El Mundial de Qatar reveló una situación inesperada, inquietante, peligrosa. Refiere a las apuestas online por parte de adolescentes y jóvenes, derivadas de las chances de acertar cómo serán los resultados de los encuentros futbolísticos de marras.

Es bien cierto que el juego de azar es casi tan viejo como el ser humano, pero también es real que jamás hubo tanta difusión —y facilidad— para acceder a este, a través de ingeniosa tecnología que regalan celulares y computadoras. Con varias docenas de aplicaciones que hace unos meses no existían.

Los incautos se dejan llevar por coloridas publicidades que les prometen “el oro y el moro”, sin percatarse de que, detrás de estas, se esconden las consiguientes problemáticas.

La más común es la adicción al juego o ludopatía, una patología muy compleja de tratar y casi imposible de solucionar. Cuyos tentáculos se multiplican por mil gracias al acceso a la tecnología que ostentan niños y adolescentes en estos tiempos.

Según revelan docenas de estudios científicos, la ludopatía destruye familias y relaciones sociales y laborales. Las cuales son muy difíciles de recomponer. Ello llevó a puntuales países a avanzar en campañas que buscaron dar un marco de responsabilidad y contención al juego.

Ello no existe en la Argentina. En este país solo suelen verse propagandas a favor del juego, pero ninguna campaña que explique las vulnerabilidades y peligros que genera. Es una suerte de lógica perversa que terminará complicando la vida de miles de jóvenes en el corto plazo.

Para entenderlo solo hay que mirar a España, donde en su momento pasaron por el mismo derrotero que hoy vive la Argentina, que culminaron en severos problemas sociales derivados por la ludopatía. 

Lo primero que entendieron en aquel país es que se trata de “un problema de salud pública, que va más allá de la moda o de la proliferación de casas de apuestas”. Ello según el testimonio de Juan Lama, director técnico de FEJAR (Federación Española de Jugadores de Azar Rehabilitados), entidad que ofrece tratamiento a gente que sufre de adicción al juego.

Aquel experto dejó un revelador “textual” en 2019 ante diario El Mundo, que parece inspirado de la Argentina de hoy: “Cada vez atendemos a gente más joven, incluso casos de menores de edad con trastornos patológicos”.

Para poder avanzar en su solución, Lama explicó que hubo que entender la pregunta básica: ¿Por qué se está observando tal incremento de ludópatas jóvenes?

Esto respondió entonces: “Existen muchos factores que explican este fenómeno. En primer lugar, los jóvenes tienen acceso a internet sin apenas restricción. El 25% de los niños de diez años tiene acceso al móvil y a todo lo que implica —incluido el juego—, aunque la cifra es incluso más crítica entre los jóvenes de 15 años, ya que tienen acceso al móvil y a internet en un 94,8% de los casos. También es fundamental el papel de las empresas dedicadas al juego, ya que utilizan campañas de publicidad dirigidas a los jóvenes utilizando figuras deportivas como Cristiano Ronaldo y facilitan la introducción al juego con la proliferación de casas de apuestas, especialmente aquellas cercanas a los colegios o institutos”.

Lama también derriba un mito usual, que es creer que solo generando nuevas leyes se puede combatir la ludopatía: “Legislar en sí no provoca cambios, se necesita una respuesta contundente y coordinada entre todos los agentes implicados que regule de forma eficaz. Con campañas de prevención y concienciación, junto a la voluntad política, de técnicos y legisladores, se pude reducir la tendencia”. La Argentina está a años luz de esto último. No solo no hay campañas, sino que tampoco hay intención de hacerlas.

El futuro que le espera a este país también lo reveló aquel experto: llegará un momento en el cual los apostadores no tendrán dinero y recurrirán al delito. 

“El poco dinero que tienen lo utilizan para apostar, además, experimentan altos niveles de ansiedad, aislamiento social y una autodestrucción progresiva fraguada en mentiras, excusas, endeudamiento e incluso robos a familiares o terceros. El ludópata piensa en cómo conseguir dinero para poder apostar y solucionar sus problemas con un pelotazo o golpe de suerte, pero, aunque le tocase, lo volvería a jugar, porque lo que realmente necesita es jugar, su vida gira entorno a buscar formas de seguir jugando“.

¿Alguien está pensando ahora mismo en esta última afirmación? ¿Qué ocurrirá cuando crezcan exponencialmente aquellos que decidan apostar irracionalmente a través de plataformas sin control? ¿Quién se hará cargo de los problemas que arrecian en el horizonte cercano?

El futuro no es nada promisorio, todo lo contrario. Hay que tomar el tema con total seriedad. Como se dijo, la ludopatía no es ningún juego.