Es un hecho: Alberto Fernández ya no convoca a propios ni ajenos. Está completamente acabado. Ello quedó de manifiesto esta misma semana en su visita a Mendoza, donde fue recibido por dos personajes menores, dos “cuatro de copas”.
No solo no quiso recibirlo el gobernador Rodolfo Suarez, sino que tampoco le prestaron atención referentes de relevancia del PJ local, de la talla de Anabel Fernández Sagasti, Flor Destéfanis y Lucas Ilardo. Todos esgrimieron puntuales excusas para justificar sus ausencias, pero pocos las creyeron.
La única verdad es la realidad, sabía decir Juan Domingo Perón, y no se equivocaba: Alberto está cada vez más solo y desautorizado como jefe de Estado. Por eso insiste en gritar sotto voce que buscará la reelección, para no sufrir el denominado síndrome del pato rengo. En privado, Alberto relativiza aquellas aspiraciones presidenciales. Asegura que no lo ha decidido aún.
Un argumento inversamente proporcional al que aduce Sergio Massa, quien jura públicamente no estar interesado en ser el sucesor de Cristina Kirchner, pero que en privado asegura todo lo contrario.
Entretanto, el peronismo busca rearmarse de cara a lo que será el seguro fin del kirchnerismo. Será una situación casi idéntica a lo que fue la culminación del menemismo. Tras su desaparición, los peronistas se dedicaron a repetir una unívoca frase durante años: “Yo nunca fui menemista”.
Ahora sucederá lo mismo: nadie admitirá haber sido parte de las filas K. Pero las fotos y archivos periodísticos demostrarán lo contrario. Nadie zafa. O pocos lo hacen.
Cristina navega en aquellas tribulaciones. Siente que se ha acabado el ciclo político, pero a su vez teme lo que vendrá. La esperan una condena tras otra, que la complicarán, no solo a ella, sino también a sus hijos. No le preocupa Máximo, sino Florencia, que carece de fueros e inmunidad.
Ello explica las ingentes gestiones de la vicepresidenta para con reputados funcionarios cubanos, que buscan conseguirle un remanso a su hija. Al menos temporal.
Ella ya se sabe perdida: como se dijo, la esperan varios reveses judiciales, relacionados a probados hechos de corrupción. Zafará del expediente del dólar futuro, sí, nuevamente. Pero será la única buena noticia que le regalarán los tribunales.
Por eso insiste en cuestionar a la Corte Suprema, porque es el cuerpo que terminará confirmando cada una de sus sentencias. Frente al derrotero judicial, solo le queda invalidar a sus propios verdugos ante la opinión pública. De manual.
Respecto de lo político, no está decidida a bendecir a ningún candidato, al menos por ahora. Ninguno la convence. A Alberto lo detesta con toda su alma; Wado De Pedro le cae bien, pero no cree que tenga chances de ganar; y de Massa desconfía profundamente. Ya ha demostrado ser hombre de poca palabra en el pasado, ¿por qué ahora sería diferente?
Dicho sea de paso, el ministro de Economía enfrenta una catarata de acusaciones y alguna que otra denuncia judicial por su idea de recomprar bonos por mil millones de dólares.
Hay sospechas de que anticipó la jugada a puntuales empresarios “amigos” que salieron beneficiados con la medida. No obstante, fiel a su estilo pidió a la Comisión Nacional de Valores que investigue la movida. Puro humo, fulbito para la tribuna.
Uno de los sospechados de haberse beneficiado es el inclasificable Carlos Maslatón, repentinamente converso K. Él jura que ello es falso, pero sus antecedentes no lo ayudan demasiado.
Tampoco su sobreactuación en redes sociales, donde salió de manera furibunda a amenazar con juicios y otras cuestiones a quienes posaron sus sospechas sobre él. Incluso atacó a este periodista, quien osó preguntar en redes sociales sobre aquella cuestión.
En el marco de su suspicaz nerviosismo, Maslatón acusó a quien escribe estas líneas de haber escrito un artículo periodístico que en realidad fue redactado por otro reportero de Tribuna de Periodistas.
Nada que deba sorprender: el hombre se autopercibe como liberal, de derecha y capitalista, pero ello no le evita elogiar los desaciertos del kirchnerismo. Hombre de contradicciones, como se ve.
Presunto abogado y experto en criptomonedas, Maslatón gusta recordar que se desempeñó en Xapo, una empresa multinacional fundada por Wences Casares, dedicado a la custodia de criptomonedas en wallets "frías", principalmente para clientes institucionales.
Lo que no cuenta es que sus principales accionistas fueron demandados en agosto de 2014 por “incumplimiento de contrato”. La demanda la interpuso LifeLock, una empresa abocada a la protección de datos de identidad en línea.
La demanda no solo fue por no respetar lo acordado, sino también por “incumplir el deber fiduciario”. Los afectados, aparte del propio Casares, fueron Cindy McAdam, presidenta del consejo general; y Federico Murrone, fundador y director de operaciones.
Los empleados Fabian Cuesta y Martin Apesteguía también fueron acusados en la demanda, de acuerdo con un informe emitido por la revista Fortune.
Finalmente, mencionar la caza de brujas que se ha iniciado dentro de la empresa Trenes Argentinos tras la revelación de este portal respecto de los desaguisados que allí se acometen desde hace años y años.
Muchos de ellos por parte de personeros del Frente Renovador de Sergio Massa. No es casual: luego de AySA, la firma estatal es una de las principales plataformas políticas y financieras del hoy ministro de Economía.
Contrasta tal dispendio de recursos con la ausencia de fondos para cuestiones básicas dentro de la misma empresa. Por caso, esta semana falleció un trabajador llamado Oscar Nuñez dentro de los talleres y no había ambulancia cerca o desfibrilador a mano.
No obstante, Nicolás Russo, quien tiene peso propio dentro de Trenes Argentinos, no duda en empapelar Lanús con su campaña política para ser intendente de ese municipio.
De más está decir que Russo es hombre de Massa y ha colocado a un militante llamado Matías Bide como subgerente de Recursos Humanos de la Línea Roca. Ambos, de la mano de Martín Marinucci, han decidido cruzar los límites de la legalidad para ayudar a Massa en sus pretensiones electorales. Ampliaremos.
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