Desde que soy periodista, siempre me ha interesado todo lo relacionado con drogas y narcotráfico, especialmente cuando esto aparece mezclado con la política. La mayoría de mis artículos de investigación y mis libros hablan esencialmente de eso: drogas.
No sólo soy un gran temeroso del incesante aumento del consumo de estupefacientes en nuestro país —y, por qué no, en el mundo— sino que estoy convencido de que si no se detiene de una buena vez este flagelo, el futuro de nuestros hijos y nietos quedará hipotecado a la ruina total.
El camino de la lucha contra las drogas es penoso y solitario, donde la mayoría de los que opinan lo hacen de manera demagógica, con discursos y frases hechas: "Hay que luchar contra el narcotráfico", "Las drogas son veneno", "Estemos alerta frente a los estupefacientes", son algunas de esas frases vacías que pronuncian acartonados "opinólogos" en ¿prestigiosos? programas periodísticos de televisión y radio. Hay incluso importantes funcionarios que hacen de la lucha contra la droga un dogma vacío: hablan genéricamente, pero no hacen nada concreto para frenar la epidemia.
Todos hablan como si realmente dijeran algo importante, pero desconocen la problemática en sí y no se atreven a mencionar con nombre y apellido a los poderosos que mueven los hilos de las drogas en el país, la mayoría de ellos vinculados al poder político de turno.
¿Le importa a un narcotraficante que se hable contra las drogas si no se menciona su nombre? Definitivamente, no.
Descontando a todos estos vacuos personajes que pululan en los medios —ignorantes de lo vasto que es el tema narcotráfico—, quedan en pie unos pocos valientes que se atreven a enfrentar a la mafia desnudando nombres y apellidos y dejando al descubierto la estructura del tráfico de drogas junto a los negocios que a su vez se desprenden de ese comercio.
Algunos de esos valientes son periodistas —poquísimos y que no suelen jactarse de sus propias denuncias—, los cuales no suelen encontrarse en los grandes medios de comunicación, muchos de ellos no casualmente copados por la mismísima mafia.
Uno de los más importantes exponentes de esta "corriente" era Sergio Poma, un audaz periodista de investigación salteño que se atrevió a hacer frente a uno de los carteles de droga más poderoso del país, el que involucra al propio ex gobernador de la provincia de Salta, Juan Carlos Romero.
Desde su propia radio —FM Noticias—, Sergio hizo una monumental labor de esclarecimiento sobre el tráfico de estupefacientes y con su verba logró desbaratar varios "negociados", provocando más de un dolor de cabeza al poder salteño. No fue gratuito: fue permanentemente querellado y hasta sufrió dos condenas por parte de la manipulada Justicia de su propia provincia.
A pesar de ello, siempre siguió peleando y jamás dejó de involucrarse en la lucha contra las mafias. Así trabajó hasta su último aliento, el pasado 2 de enero de 2008, cuando la muerte lo tomó por sorpresa.
In memoriam
Desde el preciso momento en que comencé a involucrarme en el tema "narcotráfico", he sido un voraz lector de las investigaciones de Sergio Poma. La forma de redactar sus denuncias y la valentía de su trabajo han sido siempre uno de los motores que impulsó mis fuerzas en los momentos más críticos. Uno de ellos fue cuando, en el marco de la investigación de mi libro sobre Alfredo Yabrán, en el año 1998 (1), sufrí fuertes presiones por parte de algunos personeros del extinto empresario postal.
Nunca sabrá Sergio que un capítulo completo de esa investigación nació de la curiosidad que me produjeron sus propias indagaciones sobre funcionarios salteños vinculados a Yabrán y al narcotráfico.
Durante años, aunque de manera interrumpida, fui leyendo sus artículos y escuchando algunos de sus "audios" de FM Noticias. Siempre admirándolo, siempre emocionándome por su valentía. Siempre impresionado frente a la grandeza de su profesionalidad.
Así pasaron los años, viendo a la distancia cómo trabajaba un verdadero hombre de prensa. Intentando contagiarme de su metodología de investigación y de su honestidad extrema. Siempre admirándolo.
Hasta que un día, a principios del año 2007, sonó mi teléfono:
-¿Habla Christian Sanz?
-Sí, soy yo.
-Ah... mirá, me llamo Sergio Poma y quería ver si podías asesorarme en un tema periodístico.
Cuando escuché esa frase quedé en una pieza. No sabía qué responder, sobre todo porque el tono con el que me hablaba Sergio era de una humildad pocas veces antes percibida por mí. "Yo te conozco, Sergio. Te admiro y será un honor poder ayudarte", dije en ese momento directamente desde mi corazón. Se hizo un breve silencio y fue inevitable percibir la emoción del colega ante mis palabras.
"Gracias, Christian, la verdad que no sé qué decirte", susurró Sergio, como si yo fuera realmente un periodista importante. "Leí en su momento tu libro sobre Yabrán y quería que me asesores para publicar algo que he escrito", agregó.
Yo no sabía qué decir. ¿Cómo podía semejante monstruo consultarme a mí, a años luz de distancia de su profesionalidad y valentía? Sólo atiné a contestar: "Será un honor".
A partir de ese momento, nació una especie de amistad que nos llevó a ambos a confesarnos supuestas admiraciones de uno por el otro. Logramos tal nivel de confianza, que Sergio me "regaló" dos capítulos de su obra —titulada Salta, el narcopoder— para publicar en Tribuna de periodistas (2). El anticipo logró una enorme repercusión, no sólo en los lectores del sitio, sino en otros colegas que no dejaron de valorar el coraje demostrado en sus escritos.
Durante varios días leí el libro de Sergio con voraz apetito. Era muy extenso —más de 700 páginas— pero sumamente atrapante, ya que no sólo hablaba de drogas, sino de cómo algunos políticos, banqueros y encuestadores habían hecho sus fortunas gracias al flujo de los fondos provenientes de la comercialización de estas. Por otro lado, no sólo se limita a la provincia de Salta, sino a todo el país, por lo cual sus denuncias salpican a funcionarios de renombre nacional.
Cuando terminé de leer la obra, llamé a Sergio y le dije: "Pocos libros he leído como el tuyo, no sólo es interesantísimo sino que demuestra una gran valentía". Nuevamente Sergio se emocionó y me agradeció.
Acto seguido, acordamos la manera de armar una estrategia para "encarar" a las editoriales e interesarlas por el libro.
Lamentablemente, su muerte llegó antes que la posibilidad de ver su obra publicada. Fue algo sorpresivo, vinculado a una enfermedad que lo corroía desde hacía bastante tiempo. Sólo supe de esta dolencia cuando me llamó su hija, Paula Poma, para contarme que su padre había fallecido. Fue uno de los días más tristes de mi vida.
Y es que se iba Sergio Poma, quizás el más aguerrido luchador contra las drogas que he conocido. No era poco.
No hay palabras para describir la pérdida de un periodista tan honesto, que siempre supo que el camino de la prensa no culmina en la mera denuncia, sino en el compromiso social, especialmente en temas que se refieren al interés social.
Yo trataré de recordarlo como era, idealista y humilde como los grandes. Siempre teniendo presente nuestras pretensiosas conversaciones de mejorar el mundo y terminar con la mafia. Siempre enojándonos por la injusticia del sistema.
Siempre admirándolo...
Christian Sanz
(1) La larga sombra de Yabrán, editorial Sudamericana (https://periodicotribuna.com.ar/Articulo.asp?Articulo=2920)
(2) Ver https://periodicotribuna.com.ar/Articulo.asp?Articulo=3104