Alfredo Cornejo dio un oportuno batacazo. Logró lo que nadie más consiguió: ser electo nuevamente gobernador de Mendoza, luego de su primera gestión entre 2015 y 2019. Es toda una marca, que se encargó de resaltar en puntuales entrevistas que le hicieron en los últimos días.

Su semana transcurre entre sets de televisión y reuniones políticas. Más enfocado en ayudar a la campaña de Patricia Bullrich que a organizar su propia gestión. Sabe que tiene tiempo para hacerlo y no quiere apresurarse en absoluto.

No obstante, ya anticipó algunos lineamientos. Más aún: adelantó que ninguno de sus funcionarios coincidirá con los que ahora ocupan los principales cargos en la administración de Rodolfo Suarez. El único que seguramente seguirá en su cargo es Pablo Sarale, hoy subsecretario de Comunicación Social, Prensa y Protocolo de Mendoza.

Cornejo lo valora como a pocas personas, no solo porque considera que es eficaz y eficiente en su trabajo, sino también porque sabe resolverle puntuales problemas sin siquiera consultarlo.

Fuera de ello, lo que vendrá es todo un desafío para el gobernador electo, básicamente porque se encontrará con una provincia y un país con niveles de pobreza, inflación y desempleo superlativos. Panorama pocas veces visto.

Por eso, Cornejo habla de “diversificar la matriz productiva” al avanzar en torno a la minería. Entiende que, con la vitivinicultura y el turismo, ya no alcanza. Hace mucho ya.

Con algo de inteligencia, esquiva quedarse enredado en el tópico minero: habla de la importancia de sectores como la agricultura, la producción de alimentos y bebidas, y la energía, resaltando el potencial exportador de la provincia en estas áreas. Para evitar lo otro, siempre incómodo.

Le quita el sueño la recuperación económica de la provincia y el empleo. Por eso, Cornejo hace hincapié en la necesidad de estabilizar la inflación y generar confianza en la población para impulsar consecuentemente el tan mentado crecimiento.

Y sabe que la clave es la minería. Por eso, analiza en profundidad proyectos como Potasio y Hierro Indio. En los últimos años se ha vuelto un voraz lector de temas mineros. Aprendió muchísimo. Y lo que no entiende, lo pregunta.

Su discurso a futuro se motorizará por aquella senda. También abrevará respecto de la cuestión impositiva: hablará de reducir el impuesto de Sellos y de buscar acuerdos fiscales a nivel nacional para aliviar la presión impositiva.

No es todo: no olvidará destacar la necesidad de invertir en la gestión eficiente del agua y mejorar la calidad de los servicios públicos. Sabe que eso es lo que quieren escuchar los mendocinos.

Lo único que le preocupa es la posibilidad de que se dispare una crisis económica imprevista. O una híperinflación. Inevitablemente, ello le complicará el gobierno.

Lo mejor que puede pasarle es que gane Patricia Bullrich la elección nacional. No solo por los recursos que llegarán a Mendoza, sino porque confía en el plan de gobierno que la otrora ministra de Seguridad impulsará a nivel económico. Por el contrario, si el vencedor fuera Sergio Massa, llegaría el infierno tan temido. 

Por eso, mientras organiza sus ideas, Cornejo solo hace lo que puede hacer: cruzar los dedos.