Javier Milei llegó plagado de promesas de todo tipo, muchas de las cuales ya borró con el codo, como aquella de que no crearía nuevos impuestos. “Me corto la mano antes de hacerlo”, dijo poco antes de asumir. Y allí sigue, como si nada.
En torno a la cuestión del espionaje vernáculo, tomó una decisión extraña: puso a cargo de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) a un insustancial abogado llamado Silvestre Sívori, vinculado al Jefe de Gabinete, Nicolás Posse.
Ciertamente se trata de una mascarada, que busca ocultar al verdadero mandamás de la ex SIDE, el oscuro Manuel Izura, aquel que supo ser asesor del entonces ministro de Justicia, German Garavano, y paralelamente letrado de Miguel Angel Pló, acusado de haber manejado los 70 millones de dólares de Daniel Muñoz.
La designación sorprendió a propios y ajenos, porque Izura es un tipo peligroso, que se jacta de tener estrecho contacto con personajes nada agradables.
Pero no es el único movimiento dentro de la AFI que mueve a la sorpresa: en las últimas horas, según pudo saber Tribuna de Periodistas, habrían desafectado de su cargo a Esteban Orestes Carella, un “camporista” que responde directamente a Cristina Kirchner y que estará a cargo de la “base Estados Unidos”, una especie de sucursal de la AFI que supo ocuparse de hacer “contrainteligencia” y que ahora se encargará de un nuevo tópico: terrorismo. Carella, dicho sea de paso, era el nexo de la AFI con el inflamable Rodolfo Tailhade.
Otro que voló fue Alberto “Pigu” Louys, jefe de Operaciones a Cargo de la AFI y “segundo” de Carella en épocas del siempre sospechado Antonio Stiuso. El hombre terminó peleado con la tropa de Stiuso, y desde 2017 estaba en el Instituto Patria.
Lo curioso es que el resto de los espías que fueron puesto por la cristinista Cristina Camaño, muchos de ellos pertenecientes a la agrupación K Justicia Legítima, perduran en sus cargos.
Principalmente los jefes “intermedios”, muchos de los cuales reportan a La Cámpora. Uno de ellos incluso es parte de la agrupación HIJOS.
También es inexplicable que mantengan en sus cargos a los hombres de Fernando Pocino, el tipo que se ocupó de espiar a periodistas durante los primeros años del gobierno de Néstor Kirchneri.
Por caso, permanece en la AFI uno de sus “alfiles”, Diego Raitano, el mismo que apareció involucrado en la evaporación de Enrique Alfonso Severo, el ex empleado ferroviario que fue secuestrado a punta de pistola durante 22 horas en octubre de 2012. Horas antes de declarar en el juicio por el asesinato de Mariano Ferreyra.
Todo lo antedicho obliga preguntarse: ¿Qué clase de acuerdo posee Milei con el kirchnerismo para sostener a esta manga de impresentables? ¿Por qué el presidente permite que le copen un organismo tan sensible como la AFI? ¿Cómo se explica que ninguno de sus funcionarios le diga nada al respecto?
Como viene publicando este portal, la otrora SIDE se convirtió en los últimos años en una caterva de camporistas y militantes K. Que resultó en el tremendo espionaje sufrido por opositores, empresarios y periodistas, entre los cuales se incluye a quien escribe estas líneas.
La situación es intolerable, desde todo punto de vista. Por eso, se necesitan precisiones respecto de las últimas jugadas de Milei en torno a este tópico, siempre complejo.
Se esperan respuestas. Urge.