“En estos 120 días que estamos en la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) rompimos la promiscuidad. Tengo varias denuncias preparadas y estamos esperando que reabra la actividad judicial: vamos a denunciar seguimientos ilegales, espionaje ilegal, maniobras en la Justicia contra opositores, todo realizado durante el gobierno anterior”.
Las declaraciones pertenecen a la interventora de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Cristina Caamaño, efectuadas en el marco de una entrevista que le realizó diario Página/12.
La paradoja es que, quien se la hace, es Raúl Kollmann, uno de los periodistas que supo cobrar de la propia AFI en los años 90, en el marco del desvío de la investigación del atentado a la AMIA.
Digresiones aparte, en estas horas se está avanzando en ese organismo en una inquietante “limpieza”, so pretexto de la democratización del espionaje vernáculo.
Se hará a través de oportunos retiros voluntarios que aparecen en una resolución reservada firmada por la propia Caamaño en las últimas horas. Puede verse al pie de la presente.
Lo curioso es que la purga es solo para los que ingresaron durante el período de Cambiemos. Aquelos que ingresaron luego de 2016 a través de las resoluciones Nº 787, 794, 495, 733 y 803.
Lo que no se cuenta es que detrás de la movida está el otrora director general de Reunión Interior Fernando Pocino, eyectado en su momento de la exSIDE en medio de diversos escándalos. Es el mismo que ofició de factótum del espionaje contra periodistas y referentes de la oposición durante el primer kirchnerismo.
Como sea, la situación fue anticipada por Tribuna de Periodistas en febrero de este año, donde se advirtió que se venía la “purga” camporista dentro de la AFI.
En realidad, la misma ya había comenzado con la salida de unos 400 espías que fueron eyectados “trampa mediante” a través de un examen capcioso, de imposible resolución.
Como excusa de esta nueva avanzada, el kirchnerismo asegura que intenta depurar el organismo y reducir su gran cantidad de personal que allí anida, pero es falso: mientras se “limpia” a los viejos agentes, otros tantos ingresan de la mano de Esteban Orestes Carella, un camporistaque responde directamente a Cristina Kirchner y que está a cargo de la “base Estados Unidos”, una especie de sucursal de la AFI que supo ocuparse de hacer “contrainteligencia” y que ahora se encargará de un nuevo tópico: terrorismo.
Ahora mismo, Carella se está rodeando de docenas de militantes de La Cámpora, cuyos ingresos se verán en el Boletín Oficial en algunas semanas, pero que están ocurriendo en estas horas.
Finalmente, resta mencionar las palabras que pronunció Caamaño hace unas horas, en el marco del anuncio del decreto de los retiros voluntarios: “Cuando el presidente Alberto Fernández me citó y me dijo que quería ponerme a cargo de la AFI, le pregunté cuál era el objetivo que él tenía, y era justamente transparentar este lugar”.
Hipocresía que le dicen...