En los últimos días, la economía argentina parece haber ingresado en un peligroso cuello de botella, ocasionado por ciertas decisiones irresponsables por parte del Gobierno —la oposición tampoco parece haber estado a la altura de las circunstancias—, las cuales han provocado elocuente inseguridad, no sólo a inversores internacionales, sino también a la sociedad vernácula.
Los síntomas parecen ser inconfundibles: sube la tasa de interés de los bancos, los créditos encarecen su costo y hasta las monedas extranjeras —como el dólar y el euro— empiezan a subir, lenta pero firmemente, en sus cotizaciones. A su vez, la inflación crece imparable debido a la emisión de dinero que hace el Gobierno sin el respaldo pertinente.
A ello debe sumarse la resistencia de ciertos organismos internacionales a la hora de prestar dinero a nuestro país y la reticencia de Hugo Chávez a "ayudar" nuevamente a
La espiral de recesión que vive
Los rumores que empiezan a circular en estos días no son nada auspiciosos. En los últimos días, por caso, docenas de personas han comenzado a fugar capitales del país como en las más funestas épocas del país.
De la misma manera comienzan a actuar grandes empresas, las cuales han empezado a transferir parte de sus capitales —y sus ganancias— hacia el exterior.
Sabe el kirchnerismo que se acercan días aciagos e intenta anticiparse a los acontecimientos. Por caso, luego de una extensa reunión en
Un dato: quienes han estado en ese meeting, aseguran que Néstor Kirchner volvió a pedir a los gritos a su esposa que renuncie a la presidencia de
Como sea, el kirchnerismo parece no conocer otra estrategia que la victimización permanente. ¿Confía el oficialismo que la población creerá otra vez semejante fábula? Grave error: a esta altura hace falta mucho más para convencer a una sociedad que ha conocido en sólo 20 años lo que es la "hiperinflación" y el "corralito" financiero.
No se puede tapar el sol con un dedo, así como no se puede combatir a la inflación "retocando" los números del INDEC para engañar a la sociedad. La única manera de resolver un conflicto es delimitarlo —luego de admitirlo— y trabajar sobre él. Si uno se engaña a sí mismo negando la existencia del problema, difícilmente pueda solucionarlo.
Lo que se vive en estos días —y que amenaza con incrementarse— es una creciente inflación en el marco de una recesión incipiente. Es el peor de los escenarios posibles, ya que el poder adquisitivo del trabajador está estancado y los precios no dejan de subir, lo cual provoca que casi no haya consumo.
La única manera de revertir esta situación es con una importante inyección de capitales, algo que el gobierno ya sabe. No casualmente busca desesperadamente liberar las Reservas del Banco Central, luego de encontrarse con reiteradas negativas a la hora de pedir dinero prestado.
La economía argentina pasa por un mal momento y los funcionarios actuales no parecen ser los mejores cirujanos para curar al paciente. Un médico que niega la patología del enfermo y sólo combate algunos de sus síntomas, sólo logra extender una agonía que finalmente consumirá al afectado. Es dar una mísera sobrevida a un paciente que finalmente fallecerá.
La solución debe aplicarse ya mismo, antes de que termine de explotar la economía. De lo contrario, el oficialismo será víctima de su propia implosión política.