Las contradicciones de Julio Cobos son interminables y hasta podría decirse que predecibles. Así ha sido, tanto en sus días de gobernador en la provincia de Mendoza, como en los últimos años en su cargo de Vicepresidente de
Poco le importa eso a Cobos, él avanza inexorable en pos de cumplir su sueño de ocupar la primera magistratura argentina en 2011; en un camino sinuoso pero firme.
Nada le quita el sueño a Cleto, ni siquiera los ataques oficiales que lo tildan de “traidor” o de “okupa”. Él sabe que, a la hora de incomodar al oficialismo, es el mejor de todos. Cobos conoce como pocos dónde debe hundir el sable para lastimar las zonas más sensibles del oficialismo.
En ese contexto, el veto al 82% móvil a los haberes jubilatorios, no sólo lo llevó casi a la misma gloria que el voto no positivo de julio de 2008, sino que dañó severamente al kirchnerismo, en el lugar donde más le duele: el discurso progresista.
Sin embargo, pocos saben que en enero de 2006, Cobos hizo lo mismo que hoy critica con furia: vetó una ley que intentaba aplicar el 82% móvil a los jubilados docentes mendocinos.
El día que lo hizo, el hoy vicepresidente aseguró algo que hoy puede sonar contradictorio: que los legisladores “no pueden imponerle la pauta de gastos al Ejecutivo”. Con esas palabras, Cobos criticó ferozmente el reconocimiento de 10,8 millones para jubilados docentes que había sido propuesto a modo de “subsidio” por única vez por la legislatura. “Corregimos una irregularidad porque
Según consignó en esos días diario Los Andes, “como aliciente para demostrar su predisposición con el reclamo de los jubilados, (Cobos) anunció que a partir del lunes todos los jubilados que fueron transferidos a
Dicen que nadie resiste el archivo y, en el caso de Cobos, esa frase se hace más carne que nunca.