El 6 de enero pasado, Tribuna de Periodistas reveló un curioso dato respecto al envío de droga a España ocurrido apenas horas antes. Lejos de ser anecdótico, el tópico abrió una nueva pauta a la investigación que ya se venía realizando, ya que allí se afirmo que la estructura de la empresa Medical Jet era casi calcada a la que en su momento ostentaba Southern Winds, la aerolínea que llevó cocaína a España en el año 2004 y que dejó severamente comprometidos a importantes funcionarios del oficialismo.
Un dato no menor: tanto en esos días como ahora, el kirchnerismo intentó tapar el escándalo de toda manera posible y jamás hizo declaraciones públicas al respecto.
“La metodología (usada por los hermanos Juliá) recuerda a lo ocurrido en septiembre de 2004 cuando la firma Southern Winds envió 60 kilos de cocaína a España a través de un sistema similar al utilizado ahora. En esos días, funcionarios de primer nivel del kirchnerismo —de la talla de Aníbal Fernández, Ricardo Jaime y el embajador argentino en Madrid, Carlos Bettini—, quedaron salpicados”, se publicó en la referida nota de principios de 2011, agregando un dato revelador: “El trayecto del tráfico de cocaína que se descubrió hoy, es el mismo que hacían en su momento los aviones de Southern Winds”.
A una semana de esa publicación, solo diario La Nación parece haberse percatado de ese dato: “Una pista seguida en concreto por la Justicia deriva en uno de los casos más resonantes del narcotráfico en nuestro país: Southern Winds”.
Según el matutino, “aquellos que están al tanto de este caso afirman que hay relaciones muy fuertes entre esa compañía disuelta tras el hallazgo de valijas con cocaína a bordo y los vuelos de Medical Jet. Los investigadores guardan silencio sobre las menciones directas al escándalo de SW, pero refieren a que allegados a Miret estuvieron bajo sospecha en ese expediente que conmovió a la política local. SW y Medical Jet compartirían, además, destinos de viajes a Bolivia operados con los mismos despachantes de aduana.”
La hipótesis habría sido confirmada a La Nación por fuentes de la investigación. "La distribución de los panes de cocaína estuvo milimétricamente calculada. No hay dudas de que los sospechosos estuvieron asesorados por un ingeniero", dijo un especialista a ese diario.
Por ello, si el escándalo por el envío de narcóticos a través de SW en 2004 involucró a funcionarios de primer nivel del oficialismo, es dable suponer que en este caso la situación no sería diferente.
En tal sentido, La Nación da cuenta de una anécdota que revelaría esa eventual protección: “cuando conoció que serían detenidos, Gustavo Juliá dijo a su hermano Eduardo y a su copiloto Matías Miret: ‘Se ve que en algún lugar hay alguien con más banca que yo’.”
A confesión de parte, relevo de pruebas.
Protección oficial
Quienes conocen de seguridad aeroportuaria, aseguran que el Challenger 604 contó con protección especial. De lo contrario, jamás los Juliá podrían haber omitido ciertos controles ni moverse con la seguridad que lo hicieron.
Por caso, la declaración del avión es irregular desde el origen: “Según el Código Aeronáutico, un jet con matrícula norteamericana sólo puede estar en el país por tres meses y no debería operar comercialmente como taxi aéreo excepto que tenga una licencia específica que los Juliá nunca aportaron”, dice La Nación en la nota antes mencionada.
Refuerza la hipótesis de la protección oficial, el hecho de que los hermanos Juliá anteriormente habían llevado a cabo otras operaciones de tráfico de droga sin que nadie se percatara de ello. Lo hicieron a efectos de aceitar los mecanismos de la operación final a España.
Sin embargo, no contaron con un dato: La Drug Enforcement Administration (DEA) los tenía en la mira desde mediados de 2010 a raíz de una serie de viajes que Gustavo Juliá realizó a Santa Cruz de la Sierra, cuna del narcotráfico. Es por ello que los investigadores argentinos presumen en estas horas que fue ese organismo norteamericano el que alertó a los sabuesos de España.
Esto lleva a una pregunta incómoda: ¿por qué los funcionarios foráneos de la DEA no alertaron a sus colegas argentinos sobre la preocupación que los aquejaba respecto a los hermanos Juliá? ¿Sospechaban acaso de la posible protección oficial por parte de estos? ¿Qué elementos poseían para suponerlo?
Por ahora es imposible saberlo, aunque no deja de llamar la atención el persistente silencio que reina en los principales despachos gubernamentales; no solo en estas horas, sino desde el preciso momento en que el hallazgo de 944 kilos de cocaína conmocionó tanto a españoles como a argentinos.
Christian Sanz