Hace unos días, con la supuesta intención de “pulir” algunos puntos ásperos entre
La respuesta oficial llegó ayer mismo y de manera imprevista. Allí, Hugo Moyano tuvo el encuentro que deseaba con la mandataria. Ello dejó flotando dos cuestiones esenciales: ¿Por qué la urgencia? ¿De qué temas quería hablar?
Si bien trascendió que el sindicato de Camioneros aceptó un incremento salarial de apenas el 24% —bien poco si se tiene en cuenta todo lo argumentado por Moyano hasta ahora respecto a la inflación “de supermercado”—, nunca se dijo a cambio de qué ese gremio aceptó un aumento tan bajo.
No se trató de una, sino de tres cuestiones que planteó el líder cegetista a cambio de bajar sus pretensiones:
1-Que las causas judiciales que lo jaquean queden en la nada.
2-Poder opinar a la hora de elegir vicepresidente en la fórmula del FPV de cara a octubre.
3-Que le entreguen lo que considera que le corresponde por el millonario Fondo Solidario de Redistribución que manejan las obras sociales sindicales. Se trata de casi 9.000 millones de pesos de los cuales cobró menos de 300 millones.
¿A esto último se refirió el dirigente Juan Carlos Schmid al mencionar que la intención de la CGT de reunirse con Cristina era “para tratar asuntos pendientes”?
En fin, respecto a los primeros dos puntos solicitados por Moyano, el Gobierno mucho no puede —ni quiere— hacer: si bien puede manejar los expedientes que tramita el juez Norberto Oyarbide, hay otras causas que el kirchenrismo no puede influenciar. En el mismo marco, la designación del eventual vicepresidente que acompañará a Cristina Kirchner es algo que se ha prometido a la agrupación La Cámpora.
Sin embargo, sí puede cumplir el oficialismo el tercer punto, referido al Fondo Solidario de Redistribución.
En tal sentido, el 26 de enero pasado el kirchnerismo ya liberó $276,3 millones de ese dinero. Fue parte de un pacto que hizo Cristina Kirchner con Moyano, a quien, antes de viajar a Medio Oriente, le prometió que autorizaría el reintegro de $1.000 millones.
Ese fondo se forma con un porcentaje —varía entre el 10 y el 20%, según el nivel salarial— de todos los aportes sociales de los trabajadores y empleadores. El dinero que se recauda tiene como finalidad apoyar a las obras sociales en los tratamientos de alta complejidad y cubrir los gastos administrativos de
La prueba de esta suerte de acuerdo entre Moyano y el Gobierno se conocerá en los próximos días, cuando en el Boletín Oficial aparezca refrendada la liberación de ese dinero en disputa.
Dinero sucio
La historia de los fondos que el kirchnerismo liberará a favor del líder de la CGT ostenta una historia oscura detrás. Tiene que ver con algunos de los expedientes que hoy investiga la justicia acerca de negociados millonarios en la Superintendencia de Servicio de Salud —incluye el tema de los medicamentos “truchos”— en épocas del ex titular de esa cartera, Héctor Capaccioli.
Oportunamente, la ex ministra de Salud, Graciela Ocaña, hizo una denuncia pública que nadie atendió en ese momento acerca del reparto arbitrario de esa plata. Según la ex funcionaria, Capaccioli “firmó la entrega de 150 millones de pesos del Fondo Solidario", parte de los cuales fueron anulados en 2007 por ella misma.
“Mientras las obras sociales más pequeñas recibieron un peso por afiliado, a otras, como la de Camioneros, les dieron hasta 20 pesos por persona”, agregó Ocaña, al tiempo que recordó que las obras sociales tenían la obligación de rendir el uso de esos fondos trimestralmente, pero no lo hacían. "Cuando se les pidió la rendición, muy pocas lo hicieron y de manera deficiente, sólo tenían datos generales" concluyó.
Lo antedicho no configura un dato menor y tendría que ser analizado por el Gobierno antes de liberar el dinero que pretende Moyano. No casualmente, Capaccioli fue procesado hace unas semanas por el juez federal Norberto Oyarbide, por la asignación irregular de esos fondos a puntuales obras sociales.
Concluyendo
Dos conclusiones quedan a la vista luego de lo aquí relatado: por un lado, la fragilidad del Gobierno respecto al poder de Moyano, de quien parece no poder dejar de ser rehén; por el otro, ha quedado al descubierto el interés real del sindicalista, a quien poco le interesan los trabajadores y ha preferido negociar un magro incremento salarial a cambio de millonadas que terminarán en su propia cuenta bancaria.
Es la postal de la Argentina de estos días. Triste, pero real.
Christian Sanz