El pasado 31 de marzo, Tribuna de Periodistas dio cuenta de que, detrás del anuncio del incremento salarial del 24% para el gremio de Camioneros —mucho menos de lo que había sugerido Hugo Moyano días antes— se escondía una suerte de acuerdo secreto con el kirchnerismo que incluía la devolución —léase “entrega”— del millonario Fondo Solidario de Redistribución que manejan las obras sociales sindicales.
“Se trata de casi 9.000 millones de pesos de los cuales cobró menos de 300 millones (…) El 26 de enero pasado, el kirchnerismo ya liberó $276,3 millones de ese dinero. Fue parte de un pacto que hizo Cristina Kirchner con Moyano, a quien, antes de viajar a Medio Oriente, le prometió que autorizaría el reintegro de $1.000 millones”, publicó este medio en esos días y se anticipó que “la prueba de esta suerte de acuerdo entre Moyano y el Gobierno se conocerá en los próximos días”.
Hoy, el dato se ha confirmado según publican varios medios de alcance nacional. Diario Clarín, por caso, asegura que esa demanda será llevada por Moyano “a la reunión que debe mantener con el ministro de Salud, Juan Manzur”. Para que no queden dudas, el matutino asegura que se trata del “reclamo por la deuda de unos 9.000 millones de pesos que el Estado tiene con las obras sociales sindicales”.
El mismo medio, refrendó lo publicado por Tribuna respecto a la promesa de Cristina Kirchner a Moyano antes de su viaje a Medio Oriente: “De esa millonaria deuda, el Gobierno se comprometió con la CGT a reintegrarles a las obras sociales 1.000 millones en cuatro pagos a lo largo de este año”.
El fondo que reclama el líder de la CGT se forma con un porcentaje —varía entre el 10 y el 20%, según el nivel salarial— de todos los aportes sociales de los trabajadores y empleadores. El dinero que se recauda tiene como finalidad apoyar a las obras sociales en los tratamientos de alta complejidad y cubrir los gastos administrativos de la Superintendencia de Servicios de Salud. No hace falta aclarar que Moyano —hoy jaqueado por haber hecho suculentos negociados en detrimento de los trabajadores—pretende darle un uso diferente al del eventual tratamiento complejo para alguno de sus representados.
Tampoco hace falta mencionar que finalmente el Gobierno liberará esos fondos, no solo porque se ha comprometido a hacerlo sino porque el oficialismo de turno quiere vivir en paz hasta octubre de este año.
Por ello, vale la pena recordar el colofón surgido de la primera nota escrita sobre el pacto entre Moyano y Cristina: “Dos conclusiones quedan a la vista luego de lo aquí relatado: por un lado, la fragilidad del Gobierno respecto al poder de Moyano, de quien parece no poder dejar de ser rehén; por el otro, ha quedado al descubierto el interés real del sindicalista, a quien poco le interesan los trabajadores y ha preferido negociar un magro incremento salarial a cambio de millonadas que terminarán en su propia cuenta bancaria”.
No es poco.
Christian Sanz