La disputa que enfrentó ayer al periodista de chimentos Jorge Rial con uno de los accionistas de canal América, Daniel Vila, encendió todo tipo de pasiones: la más interesante pudo verse a través del cristal de los espectadores, que se inclinaron a defender a uno u otro con relativo entusiasmo. Sin embargo, pocos cayeron en la cuenta de que en realidad no se trata de una discusión de buenos y malos, sino solo de malos.
En tal sentido, hay que destacar que el mendocino Vila es un hombre fuertemente cuestionado y sospechado de los peores delitos que existen en el Código Penal (con el “lavado de dinero” a la cabeza). Por su parte, no es Rial una persona que desconozca ese “prontuario”, que arrastra cual sambenito el accionista de América desde hace al menos 15 años. ¿Por qué entonces Rial accedió a trabajar con él sabiendo que no es trigo limpio? ¿Cuánto tiempo más podía pasar sin que trascendiera públicamente un hecho del tenor que ocupó a los medios todo el día de ayer?
No es ningún secreto que Vila es un eficaz censurador de los periodistas que trabajan para sus medios de comunicación. Solo puede difundirse allí lo que a él le sea conveniente, dependiendo siempre de sus cercanías o lejanías del poder de turno.
Rial lo sabe hoy, así como siempre lo supo. Por caso, fue partícipe activo de la mascarada que representa la Vendimia Solidaria, evento que lleva adelante el mendocino cada año para supuestamente recaudar fondos destinados a la filantropía.
De la misma manera, el periodista de chimentos —si es que existe semejante género periodístico— ha colaborado en las imperdonables operaciones de prensa que ha sabido orquestar Vila para atacar a sus enemigos más acérrimos.
Entonces: ¿De qué se sorprende ahora Rial? ¿Acaso no sabía para quien trabajaba?
Es totalmente condenable la censura ejercida hacia cualquier persona, no ya solamente hacia el periodista. En ese sentido, este medio repudia lo hecho por Vila, como siempre lo ha hecho en situaciones similares.
Pero no hay que dejarse embaucar en este caso: más que una pelea entre jefe-empleado, es más que evidente que lo vivido ayer se trata de una pelea de socios… de la peor calaña.
Christian Sanz
Twitter: @cesanz1