Mencionar siquiera la cifra, ya causa escalofríos. Y hasta podría decirse que aún la imaginación más prolífera resulta insuficiente frente a semejante monto.
Lo concreto es que al sistema de ahorro formal argentino, y precisamente en el último tramo de su historia reciente, la que posiblemente se recuerde en el futuro como “la era Cristinista”, se le escaparon cerca de 200 mil millones de dólares, lo que viene a resultar algo así como casi un 50% del Producto Bruto Interno.
Que se le escaparon u$s 200 mil millones, significa ni más ni menos, que ese sideral importe, o bien ha sido sacado fuera del país, resguardado en cajas de seguridad, o descansa plácidamente debajo de algunos colchones. Pero que de un modo u otro, empresas y particulares, se niegan a dejar en el circuito formal de ahorro.
En este contexto entonces, ni el Gobierno Nacional, ni la Administración Federal de Ingresos Públicos ni los bancos, tienen el menor control sobre él.
Las fuentes de esta información son el propio Banco Central y el Indec, que admiten un incremento cercano al 3% en cuanto a la fuga del sistema de ahorro de la divisa norteamericana a lo largo del año. Aunque habría indicios bastante convincentes de que se habrían superado esos 3 puntos porcentuales.
Estadísticamente hablando, puede decirse que los dólares fugados del sistema de controles oficiales, prácticamente triplica las divisas existentes en el BCRA, excede a la deuda externa tanto pública como privada, y es cinco veces mayor a las inversiones que tienen en el exterior las empresas nacionales.
Todo lo expuesto, explica claramente el por qué de la desesperación del Ejecutivo en aplicar tan feroces restricciones a la compra de billetes verdes y la fuerte suba de tasas, prácticamente duplicada para algunos depósitos a plazo fijo.
Pero nada de todo lo que hoy ocurre puede causar sorpresas. El famoso modelo siempre fue y es, una tremenda farsa acerca de la cual algunos, venimos alertando desde hace años.
Sin embargo todo parece indicar que la mayor parte del electorado del país elige, aún frente a la evidencia más contundente, que le sigan mintiendo.
Tal como reza el dicho popular “sobre gustos y colores nada han escrito los autores”.
Nidia Osimani
Twitter: @nidiaosimani