Cristóbal López es un empresario vinculado al oficialismo de turno, que supo acrecentar su fortuna personal gracias a los buenos oficios del entonces presidente Néstor Kirchner y de su esposa, la hoy presidenta Cristina Fernández.
Conocido como “el Yabrán de Kirchner”, López ha intentado de toda manera posible hacer pie en la provincia de Buenos Aires con el negocio del juego, algo que le costó el fin de su carrera política a Felipe Solá y que fue duramente cuestionado por la oposición y hasta la Iglesia. “(Daniel) Scioli asumió ante Kirchner el compromiso de que Cristóbal López iba a desembarcar en la Provincia”, admitió ante este cronista el diputado Walter Martello en el marco de una entrevista realizada en junio de 2008.
Por lo visto, los deseos de Kirchner —y eventualmente de Scioli— se hicieron realidad, ya que, según cuenta diario Perfil, López habría comprado cinco salas de bingo.
“Hasta el momento solamente administraba la sala de Los Polvorines, en el partido de Malvinas Argentinas. Ahora le sumaría al listado, en el que se incluye una docena de casinos y otras tantas salas de máquinas tragamonedas en todo el país, los dos bingos de Avellaneda, el de Florencio Varela, el de Olavarría y uno en la costa, que sería el de Pinamar”, asegura el referido periódico.
En realidad, la sección “El Espía” de Perfil, en su edición del 26 de febrero, ya había anticipado que el empresario compró el Bingo Avellaneda por 240 millones de dólares. “La operación, además, la realizó junto a su socio Federico de Achával, con quien comparte la explotación de las tragamonedas del Hipódromo de Palermo, concesión que unos días antes de terminar su mandato Néstor Kirchner, les extendió hasta 2037”, aseguró el diario entonces.
Esa adquisición incluiría, no sólo el Bingo Avellaneda, sino también el Alto Avellaneda y el de Florencio Varela. Los tres pertenecen a la misma empresa, denominada AGG (Argentine Gaming Group) y sus dueños serían el grupo chileno Crown Casinos (con casinos en Neuquén) y Francis Raineau.
Según refiere Perfil, la operación ya está en la etapa de “due diligence”, proceso en el cual se realiza una auditoría contable para finalmente proceder a la compra.
Sin embargo, un vocero de Cristóbal rechazó a ese mismo medio la compra de estos bingos y se limitó a admitir que solamente están negociando la compra de un bingo en Avellaneda.
López niega todo, como supo hacer en el pasado, desde siempre. Mientras tanto, avanza imparable en sus proyectos, siempre relacionados a actividades que levantan las suspicacias más elocuentes. “Sus negocios son permeables al lavado de dinero, todos”, aseguró a Tribuna de Periodistas un legislador de Coalición Cívica hace años.
Esas sospechas no fueron solitarias: reputados funcionarios de Estados Unidos comenzaron a sospechar exactamente lo mismo. Ello provocó el oportuno alejamiento de los Kirchner —al menos en las fotografías y los actos públicos—, respecto de su persona.
Hoy su figura vuelve a cobrar relevancia, pero López sabe cómo manejarlo, a través del silencio más crudo. Sabe —y no se equivoca— que en dos o tres días los medios hablarán de algún otro tema de coyuntura.