Cristina mira el cúmulo desordenado de papeles en completo silencio. Mientras, se acomoda los anteojos y tantea con su mano, sin mirar, la taza de café que gusta tomar cada mañana.
El informe es revelador por demás: allí aparecen nombres, teléfonos, direcciones de correo electrónico y hasta mensajes de texto. Es el documento que cada jornada le acerca Francisco "Paco" Larcher, titular de la Secretaría de Inteligencia que, para disimular, en los papeles figura como "números dos" de ese mismo organismo.
Las conversaciones y mensajes privados que aparecen en el paper no generan ningún alivio a la mandataria, sino todo lo contrario. ¿Cómo explicar los incesantes cruces telefónicos entre Daniel Scioli, Eduardo Duhalde, Mauricio Macri y hasta Héctor Magnetto?
"¿Por qué se contactarían entre sí no es para hacer un golpe contra mi persona?", piensa Cristina mientras insiste en mirar las desordenadas hojas. No confía, ni jamás confiará en el gobernador bonaerense.
"(La Presidenta) mostró predisposición para seguir trabajando juntos (...) Es momento de colaborar y unir esfuerzos", aseguró Daniel Scioli el pasado sábado 7 de julio en plena conferencia de prensa, mostrándose totalmente alineado al gobierno nacional.
Sin embargo, Cristina desconfía. Sabe que el mandatario bonaerense mantiene excelentes lazos con el grupo Clarín —cuyo diario, dicho sea de paso, nunca lo critica— y jamás ha cortado diálogo con el duhaldismo.
Por más discursos que haga el gobernador, la Presidenta conoce la otra realidad, la que no aparece en las conferencias de prensa de ocasión: sus comunicaciones privadas, sus críticas veladas hacia ella, el avance de su propia agrupación —la Juan Domingo— y hasta la incesante construcción de su armado electoral de cara a 2015.
Para Cristina, la sucesión de Scioli a su gestión sería una tragedia. ¿Cómo evitar que el grupo Clarín incremente su escalada contra ella cuando termine su mandato, forzando a la Justicia a avanzar en expedientes que hoy duermen el sueño de los justos? ¿Cómo escapar de la venganza duhaldista, detrás de la cual se esconden ciertos diálogos que en estas horas inquietan a la primera mandataria?
Esos y otros temores han hecho que la Presidenta pergeñara la estrategia que empezó a delinarse a mediados del año pasado: la "Operación Mariotto gobernador", contada con lujo de detalles por Tribuna de Periodistas el 15 de noviembre de 2011.
Los ejes de esa movida son principalmente tres: primero, el ahogo financiero a la provincia; segundo, la cooptación de la legislatura bonaerense; tercero, la feroz crítica a la política de seguridad bonaerense.
De esa manera, Cristina intentará forzar la renuncia de Scioli antes de las elecciones legislativas de 2013 a efectos de que tome su lugar Gabriel Mariotto. Al cortarle el "chorro" financiero, la mandataria no solo muestra al gobernador como si fuera un "mal administrador", sino que le restringe fondos para llevar adelante su propia campaña política (Tal vez Cristina deba prestar atención a las reuniones que desde hace unos meses Scioli lleva adelante con Francisco De Narváez en Malvinas Argentinas).
¿Cómo hará Scioli para llegar hasta fin de año, con un déficit que supera los 10 mil millones de pesos? Si a ese interrogante se suma la embestida que Mariotto lleva adelante en la Legislatura, con permanentes pedidos de informes sobre ciertas ríspidas cuestiones que atañen al ejecutivo provincial, no queda mucho margen para especular. Nadie puede trabajar en esas condiciones.
Mariotto lo sabe y por eso ya empezó a admitir ante sus íntimos que pronto estará al frente de la gobernación bonaerense. Desde allí, ayudará a Cristina en el armado de las listas para las elecciones de 2013 —comicios que posiblemente sean adelantados— y allanará el camino para el lejano 2015.
Para asegurarse de que el plan funcione a la perfección, el vice supervisa en persona los avances de la comisión que investiga el caso Candela. Se trata de una trama que preocupa a Scioli y que tiene que ver con la pésima investigación que se llevó a cabo tanto a nivel judicial como policial respecto al hallazgo de la niña que apareció asesinada el 31 de agosto de 2011.
Como publicó oportunamente Tribuna, los sabuesos solo se enfocaron en plantar pistas falsas y manchar la reputación de media docena de "perejiles". Scioli, no solamente no desconoce esa trama, sino que se encargó de contratar los servicios del abogado Fernando Burlando para encubrir la participación policial en la misma causa judicial. ¿Cuánto tiempo puede demorar la referida comisión en averiguarlo?
Esa, como se dijo, será la carta que usará el kirchnerismo para terminar de forzar la renuncia del gobernador, eso sí, con la inestimable ayuda del todo servicio Horacio Verbitsky. Este último, dicho sea de paso, se atrevió en dos oportunidades a pedir la renuncia de Scioli antes de 2013. Muchos se preguntan en estas horas, ¿es solo su opinión o el íntimo pensamiento de la Casa Rosada?
Teniendo en cuenta que el periodista suele reflejar el inconsciente colectivo del kirchnerismo en sus columnas —siempre con el guiño de Cristina, obviamente— la respuesta es tan clara como reveladora.
Macri, el decidido
"Había una suerte de pacto con (Mauricio) Macri, en el cual habían bajado los decibeles de ambos lados, pero cuando Cristina vio que Scioli hablaba con funcionarios de la Ciudad se enfureció y mandó a pegarle de nuevo", admitió a TDP un histórico informante oficial, secretario del Poder Ejecutivo que supo brillar en otras épocas.
Según este último, los flancos que usará el oficialismo para embestir contra el Jefe de Gobierno también serían tres: el transporte, la basura y la Justicia Federal. Respecto a este último frente, hay que seguir de cerca los pasos de la Sala I de la Cámara Federal porteña; también las asiduas visitas que sus jueces reciben por parte de Javier Fernández, auditor de la AGN y fiel intermediario entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial.
Con relación al transporte, la misión está a cargo de Florencio Randazzo, quien fue instruido por Cristina para golpear a Macri a principios de junio, en el mismo instante en el que le transfirió esa complicada cartera, otrora a cargo de Julio De Vido.
El frente inesperado ha sido el de la basura, a través de una sincronizada protesta que llevó adelante un grupo de cooperativas sociales del municipio de San Martín. "Tuvo un trasfondo político", advirtió críptico a ese respecto Diego Santilli, Ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad.
¿Habrá especulado el funcionario o conocerá acaso los detalles de las secretas reuniones entre el oficialista intendente Gabriel Katopodis y algunos de los cooperativistas, particularmente los que trabajan en la planta Tren Blanco?
Macri no desconoce la embestida de Cristina y por eso decidió tomar el toro por las astas: "No vamos a hacer como Scioli, vamos a contestar cada ataque que nos haga Cristina, uno a uno", les dijo a sus ministros hace algunas semanas. Ese mismo día decidió que enfocaría su discurso del 9 de Julio en torno a un tema que molesta —y mucho— al oficialismo: la coparticipación federal. De esa manera, no solo lograría ubicarse en el lugar que Scioli no se anima a tomar, sino que encabezaría el debate que tiene molestos a varios gobernadores.
"La coparticipación es un debate que nos debemos los argentinos", dijo Macri en pleno acto, al tiempo que advirtió que los "problemas" como la "inseguridad y la inflación seguirán golpeando y cada vez más duro" si desde el oficialismo no se revierte la "confrontación". "Las peleas internas del oficialismo no sirven; deben trabajar juntos, sin tantas confrontaciones", insistió el jefe de Gobierno.
Para que no quedaran dudas respecto al destinatario de sus palabras, agregó: "Hay que tener gobiernos humildes, no confrontativos, sin divisiones internas de quienes tienen que gobernar".
Cristina toma nota de cada una de las palabras de Macri y le da las indicaciones pertinentes a Randazzo. Este será el canalizador de la venganza oficial, la cual promete ser lenta y agónica. Hay quienes juran que es la única razón que explica el acoplamiento de Transporte con la cartera de Interior.
Peralta, el malquerido
El caso de Daniel Peralta es el más emblemático de todos, ya que se encuentra en la última etapa del mismo plan que Cristina quiere llevar adelante contra Scioli.
No casualmente, en estas horas el oficialista secretario de Seguridad, Sergio Berni, se encuentra en Santa Cruz comandando un operativo de patrullaje de Gendarmería en el marco del paro policial que dejó desiertas las calles de esa provincia durante las últimas dos semanas.
La aparición de Berni no es síntoma de nada bueno: se trata del mismo funcionario que, merced a una bolsa repleta de dinero, comandó una de las operaciones más sucias contra el macrismo en el Parque Indoamericano, a fines de 2010.
En esta oportunidad, el secretario ya mostró las cartas que usará contra Peralta. Lo hizo al advertir que el envío de personal de fuerzas de seguridad nacionales no implicará en absoluto que la Casa Rosada resuelva el conflicto de fondo. En plena conferencia de prensa —en la que no permitió al gobernador siquiera sentarse a su lado— Berni aclaró que será Peralta quien deba hacerse cargo de solucionar el paro policial.
Las palabras del funcionario no son aisladas ni casuales, sino parte del inconsciente cristinista. Pocos saben que su diálogo con la Presidenta es constante y directo, sin intermediarios.
Mal que le pese a Peralta, Berni es el ejecutor del plan que ha instruido Cristina en estas horas, el cual incluye su propio aislamiento por parte de todo el arco oficialista santacruceño.
Los otros encargados de llevar adelante la "operación cerrazón" son Máximo Kirchner, Julio De Vido, Carlos "Chino" Zannini, y el empresario Lázaro Báez. De Vido, por caso, se encuentra reunido en estas horas con un grupo de intendentes santacruceños con los que coordinará un nuevo plan de obras para la provincia, obviamente sin darle participación a Peralta (idéntica situación a la que vive Scioli en la provincia de Buenos Aires).
No es menor en ese contexto la revelación que un ministro hizo en las últimas horas a diario La Nación, respecto a que Cristina "no habla con Peralta y sólo le da órdenes a Berni". Según el mismo matutino, "el gobernador santacruceño nunca integró el círculo íntimo de la Presidenta y su candidatura el año pasado fue producto de una necesidad electoral del Gobierno".
En ese escenario, cobra relevancia la denuncia que hizo Peralta hace unos días cuando aseguró que percibía intentos destituyentes hacia su gestión por parte de diputados de su mismo riñón, el FVS, y activistas de La Cámpora. A todos ellos los acusó de ponerle trabas para aprobar leyes de financiamiento y arrojó sospechas sobre la policía por su rechazo del aumento ofrecido y su persistencia en la huelga. "No se pueden tomar actitudes destituyentes, y mucho menos por una actitud sectorial incomprensible e intolerable que nos va a llevar a declarar la emergencia de seguridad", afirmó.
El silencio del oficialismo frente a las palabras de Peralta —el cual persiste hasta estas horas— es más que sintomático.
Concluyendo
La movida que el oficialismo lleva adelante contra Peralta, Scioli y Macri reviste una enorme gravedad, ya que hiere de muerte al republicanismo vernáculo y vulnera todo viso posible de institucionalidad.
Al mismo tiempo, muestra el costado más brutal de la política que comanda Cristina Kirchner y que en su momento pergeñó su marido. ¿Cómo denominar como progresista a un movimiento que apela a este tipo de golpes? ¿Cómo definir al uso y abuso de los recursos del Estado para embestir contra propios y ajenos?
En fin, el kirchnerismo avanza en su escalada permanente sin medir riesgos ni consecuencias. Es comparable a la imagen de un bólido que corre a 200 Km por hora sin conocer del todo el camino que debe transitar hacia adelante ni preocuparse por saber a quién puede llegar a atropellar.
El único destino posible ante semejante situación es la más explosiva y dañina colisión.
Christian Sanz
Twitter: @cesanz1