Este miércoles se conoció que cuatro de los hijos del piquetero oficialista Luis D'Elía trabajan para la Anses y que cobran sueldos astronómicos. La información fue publicada en momentos en los que el Indec jura que una persona puede comer por $6 por día, terminando de cerrar una suerte de burla a la ciudadanía.
Más allá de lo escandaloso de lo conocido ayer, llama la atención el silencio de los medios oficialistas respecto a los vástagos del titular de la Federación de Tierra y Vivienda (FTV). ¿Hubieran hecho el mismo mutismo si se hubiera tratado de los hijos de Mauricio Macri, Hugo Moyano o incluso de Daniel Scioli?
Por mucho menos, el kirchnerismo defenestró a opositores de la talla de Elisa Carrió y Juan Carlos Blumberg. Sin embargo, ni Télam, ni Página/12, ni Tiempo Argentino, ni ninguno de los medios que gravitan en el universo K han dicho una sola palabra sobre la nepotista familia de D'Elía.
No se trata de cualquier persona: el piquetero carga en su haber el hecho de haber tomado una comisaría por la fuerza, haber golpeado a un manifestante y hasta cobrar un salario docente por un cargo que no ejerce.
¿Por qué la AFIP, tan afecta a investigar a los ciudadanos, no pone el foco en las elocuentes contradicciones entre los ingresos de D'Elía?
Lo aquí relatado demuestra que el kirchnerismo no mide con la misma vara a todos los habitantes de la república. Quien no tiene el privilegio de ser bendecido por el calor oficial, debe sufrir las restricciones de cuestiones básicas como comprar dólares e importar bienes.
Y debe hacerlo en silencio, so pena de ser "escrachado" por la mismísima Presidenta de la Nación.
¿Cómo creer en el discurso de quienes llevan a cabo semejante contradicción? ¿Cómo confiar en gobernantes que cometen tal discrecionalidad?
Si a ello se suma que los medios oficialistas aportan su cuota de parcialidad, está todo dicho. Lo que parecía lejano —la chavizaciónde la Argentina— está ahora a la vuelta de la esquina.
¿O acaso ya somos Venezuela?
Christian Sanz
Twitter: @cesanz1