Nada nuevo bajo el sol. Cristina habló por cadena nacional a meros efectos de justificar un acuerdo de “entendimiento” que, vaya paradoja, nadie comprende. Sencillamente porque no hay quien lo conozca en profundidad.
Se trata del documento que firmaron la Argentina e Irán para avanzar en la investigación del atentado a la AMIA.
En poco más de 37 minutos, la Presidenta hizo una suerte de racconto de lo que dijeron los diarios argentinos durante los últimos 20 años, tanto acerca de lo ocurrido en la mutual israelí el 18 de julio de 1994 como lo acaecido dos años antes en la Embajada de Israel.
¿Cuál fue el sentido de recordar las etapas de instrucción de dos expedientes que solo provocan vergüenza ajena respecto de la justicia argentina? Peor aún, ¿cómo justificar que una causa judicial tan compleja como la que investiga el tema AMIA pase a “fojas cero” y comience a debatirse en las lejanas tierras iraníes? Finalmente, Cristina no explicó ni una cosa ni la otra.
En cambio de ello, la mandataria se dedicó a justificar lo injustificable: que un hecho claramente lesivo a los intereses argentinos será indagado por el país donde viven los supuestos perpetradores del mismo. ¿Cómo hacer para que los familiares de las 85 víctimas de ese atentado lo comprendan?
Para apoyar la polémica decisión, Cristina se basó en la “doctrina Lockerbie”, a través de la cual se decidió que fuera un tercer país el que investigue la tragedia del avión caído en Escocia.
Sin embargo, en este caso no existe un tercer estado ya que la sustanciación del proceso se hará en Irán. ¿Cree realmente la mandataria que ese país aceptará sin más la culpabilidad de los mismos funcionarios que se encargó de proteger durante los últimos 10 años?
"Si en la causa, los acusados son todos iraníes, ¿con qué país quieren que negociemos?", se preguntó retóricamente Cristina esta noche, demostrando un preocupante desconocimiento de las normas básicas del derecho nacional e internacional. ¿Desde cuándo se debe negociar con los acusados de un crimen, cualquiera que este fuera? ¿Cómo entender que los imputados por un delito sean los que decidan su propia suerte judicial?
“No hay nada que ocultar”, dice Cristina una y otra vez respecto al “entendimiento” al que se llegó con Irán. Sin embargo, el memorándum que deberá refrendar el Congreso Nacional en las próximas horas solo contiene algunos pocos puntos salientes y evita mencionar cuestiones espinosas como la imposibilidad de interrogar a puntuales funcionarios iraníes.
¿Por qué no se revela por completo el documento firmado con ese país? Si no hay nada que esconder, ¿por qué se insiste en dar vueltas y vueltas sobre cuestiones que la ciudadanía insiste en conocer?
Ciertamente, las negociaciones con Irán estuvieron desde un principio empantanadas por el más increíble misterio. Ya en enero de 2011, cuando se dio el primer acercamiento entre funcionarios de esa nación y referentes argentinos, se hizo en total secreto.
El trámite se dio a través de un acuerdo oculto en la ciudad siria de Aleppo entre el canciller Héctor Timerman y su par iraní Alí Akbar Salehi. El moderador fue el siempre polémico presidente Bashar Al-Assad.
¿Cómo y por qué se llegó a este estado de situación? ¿Por qué la Argentina aceptaría ceder de tal manera frente a un tema tan sensible?
Según importantes referentes de la colectividad judía vernácula, todo se trata de negocios. Cristina lo negó esta noche: "Nunca se detuvo el comercio con Irán", advirtió. ¿Olvidó acaso que desde que el kirchnerismo llegó a la primera magistratura las ventas a ese país crecieron un 234%? Esto lo confirma la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales de Marcelo Elizondo, la cual además reveló que en 2011 la balanza bilateral llegó a los US$ 1.090 millones, estando Irán en el tercer lugar en el comercio de Argentina con Oriente Medio y Asia, detrás de China e Indonesia.
Lo que Cristina oculta detrás de sus palabras de ocasión, son sus propias contradicciones respecto al tema AMIA. Para encontrarlas, solo basta utilizar el archivo de Internet de cualquier diario de tirada nacional.
Por caso, su discurso cambió de un día para otro: repentinamente la Presidenta pasó de sostener la “pista Siria” a avanzar en la “pista iraní”. Fue luego de un viaje fugaz a Estados Unidos en el año 2003 junto a su fallecido marido.
Ya en esos días, Néstor sería actor principal de uno de los papelones referidos al tema AMIA. Fue cuando aseguró que se habían encontrado los 45 casetes con “escuchas” que se habían perdido en un despacho judicial en los años 90. Ese hallazgo debió ser desmentido pocas horas más tarde por el propio Kirchner, no sin su consiguiente cuota de vergüenza ajena.
De ese punto no habló Cristina esta noche. Tampoco mencionó sus propios cambios discursivos.
Una vez más, la cadena nacional sirvió —como tantas otras veces— para endulzar los oídos de quienes ya no creen en cantos de sirena.
Christian Sanz
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