El sitio wikipedia.org describe de manera simple y sencilla el tristemente célebre "Rodrigazo", consecuencia de una serie de medidas tomadas por el entonces Ministro de Economía del gobierno de Isabel Perón en 1975, y dice:
"El 4 de junio de 1975, el entonces Ministro de Economía argentino Celestino Rodrigo, dispuso un ajuste que duplicó los precios y provocó una crisis en el gobierno de Isabel Perón. Rodrigo quería eliminar la distorsión de los precios relativos con una fuerte devaluación de 160% para el cambio comercial y 100% para el cambio financiero. La tasa de inflación llegó hasta tres dígitos anuales y los precios nominales subieron en 183% al finalizar 1975. Se produjo desabastecimiento de gran cantidad de productos de necesidad primaria (alimentos), combustibles y otros."
En el artículo anterior, este periodista señalaba que, muy por el contrario a lo que se debería hacer, o sea, embestir contra las causas, el Gobierno nacional está atacando a las consecuencias.
El ejemplo más claro es que el problema económico no comenzó con el "cepo al dolar", ya que, precisamente, eso es consecuencia de una causa real: la fuga de capitales, que a su vez es consecuencia de otras causas, que son inflación y atraso cambiario.
La raíz del problema es, ni más ni menos, la mismísima concepción económica que tuvo y sigue sosteniendo el gobierno para generar actividad económica.
Cuando asumió el kirchnerismo, en mayo del 2003, la ideología económica de Néstor Kirchner se basaba en que la emisión monetaria —como cualquier estudiante de Economía sabe— empujaría el consumo y este, a su vez, generaría las condiciones para que se iniciara un proceso de inversiones, creando una especie de "círculo virtuoso" a través del mismo consumo.
Evidentemente, el primer paso de esta idea no solo se cumplió, sino que la siguen aplicando, pero en exceso, traduciéndose en lo que hoy se padece: una emisión descontrolada, sosteniendo el consecuente consumo.
Lamentablemente, el kirchnerismo cometió el mismo error que ejecutan absolutamente todos los gobiernos populistas, y comenzó a generar un gasto público más que excesivo.
En el año 2003, el gasto público era 23 puntos del PBI, y hoy supera los 45. Hay que recordar que como no existen datos oficiales actualizados, las estimaciones son de consultoras privadas.
Como puede verse, la inflación es generada por la emisión para cubrir el déficit fiscal que produce el descomunal gasto público. Las consecuencias de esto derivan en el retraso cambiario, haciendo que el peso pierda competitividad. Como resultado, comenzó la fuga de capitales.
El ejemplo más gráfico y reciente que puede citarse es el retiro del país de la empresa minera brasileña, Vale. Más claro, imposible.
El efecto final es, entonces, la falta de inversiones. Sin inversiones, no hay oferta de bienes ni oferta de trabajo. Ergo, se vuelve al principio, y como las inversiones fueron disminuyendo, el principal motor económico es, indefectiblemente, la emisión monetaria.
Asímismo, existen otros dos inconvenientes. El primero es que al no haber inversión esto afecta directamente a la creación de empleos, deteriorando el nivel de salarios. Y el segundo, es la considerable baja de las exportaciones debido al retraso cambiario, por lo tanto, comienza la falta de divisas, o sea, de dólares.
Lamentablemente, tomando medidas como el cepo al dólar o interviniendo en la economía con disposiciones como el congelamiento de precios, lo único que se logra es desalentar las inversiones, desembocando en un consumo forzado, puesto que nadie quiere quedarse con el dinero líquido sabiendo que este pierde, día a día, su valor nominal, y por otra parte permanecer sin dólares.
En otras palabras, lo que comenzó como un círculo virtuoso, terminó siendo un círculo vicioso.
Apelando al más estricto sentido común: ¿Alguien puede creer que si los bienes de una economía no crecen en número y se emite moneda desenfrenadamente, el valor de la misma se mantendrá constante? Si así fuese, una simple máquina impresora se convertiría en la panacea universal que multiplicaría la riqueza, los panes y los peces.
Como se dijo desde el principio: todo el problema es debido al aumento del gasto público, por lo tanto, puede asegurarse que la solución, más que económica, debería ser política, algo que difícilmente acepte el kirchneismo.
Lamentablemente, de no solucionar el déficit fiscal se acentuará la incipiente estanflación (recesión más inflación) por la que se ha comenzado a transitar, desembocando indefectiblemente en un nuevo "Rodrigazo".