De a poco, el crimen de Ángeles Rawson va encontrando el rumbo investigativo que hasta ahora había sido esquivo.
Luego de ríos y ríos de tinta que los medios publicaron y replicaron a pie juntillas sin chequear, finalmente se supo que la joven no había sido violada y el caso dio un inevitable giro de 180 grados: ya no se habla de un ataque sexual, sino de un ajuste de cuentas hacia su familia o un crimen intrafamiliar.
La postal es casi calcada a la que se vivió en agosto de 2011 cuando apareció el cuerpo de la pequeña Candela Rodríguez en medio de bolsas de basura y en una de las zonas más transitadas de Vila Tesei. En esos días, también se habló de un hecho delictivo “al voleo” y se insistió en la posibilidad de un secuestro extorsivo.
Finalmente, la verdad se impuso y se supo que en realidad todo se había tratado de un mensaje a la familia de la niña, especialmente a su madre, Carola Labrador. Más temprano que tarde, trascendió la trama completa, vinculada a una historia donde se mezclan policías corruptos, narcotraficantes y punteros políticos.
En el caso de Ángeles, es prematuro asegurar algo concluyente a ese respecto, aunque bien puede descartarse la posibilidad de que hubiera sido violada —Tribuna de Periodistas lo anticipó antes que ningún otro medio— y parece inconducente la línea que lleva al posible secuestro extorsivo. ¿Cómo es posible que nadie se contactara con la familia para pedir un rescate? ¿Por qué no se mantuvo viva a Ángeles si se buscaba una exacción monetaria?
Como puede verse, todo lo que se dijo hasta esta mañana, ha caído en saco roto. También parece descabellado el hecho de que hubiera actuado una banda profesional, como insisten en mencionar algunos periodistas de Buenos Aires. ¿Quién haría semejante trabajo en una de las zonas más transitadas de la Capital Federal y a esa hora de la mañana?
Más bien, todo parece indicar que la persona que la contactó era alguien que ella conocía muy bien, presumiblemente de su entorno más íntimo. Es quien la habría levantado y, eventualmente, asesinado.
Todo lo demás, lejos de denotar el trabajo de profesionales, muestra a las claras que hubo una mano aficionada detrás. Por caso, ¿qué posible sicario mataría a su víctima a través de una técnica tan primitiva como el ahorcamiento?
Está claro que la persona que asesinó a Ángeles tenía una motivación personal. La exteriorización de la elocuente saña es un síntoma claro de ello. Allí aparece un dato inquietante, que aún no ha sido confirmado: que habría sido estrangulada a través de una tanza. Si así fuera, un integrante de su familia tendría mucho que explicar.
No es casual que en estas horas la justicia se encuentre en la casa de la adolescente asesinada hurgando en su entorno íntimo. Existen fuertes indicios de que la familia oculta más de lo que conoce y la fiscal Paula Asaro sospecha que el caso se resolverá entre esas cuatro paredes. A ese respecto, las próximas horas serán reveladoras.
Los siguientes pasos de los investigadores se encaminan a determinar con quiénes se comunicó Ángeles —y en qué términos— los días previos a ser asesinada. Se analizarán los cruces de su celular, pero también sus mensajes en redes sociales, correos electrónicos y se hará un peritaje a su computadora personal.
La fiscal buscará confirmar a través de esas medidas una luctuosa versión que hizo circular en las últimas horas una compañera de colegio de la fallecida adolescente. Se trata de un secreto que le habría sido confiado por la propia Ángeles. Habrá que esperar.
Mientras todo esto ocurre, hubo una información que pasó sin pena ni gloria por algunos medios de prensa: hoy la Justicia decidió liberar a los últimos dos “perejiles” que habían sido encarcelados en el marco de la muerte de la mencionada Candela Rodríguez. Se trata de Hugo Bermúdez y Leonardo Jara, quienes permanecían en prisión a pesar de que no había pruebas en su contra.
Tribuna lo reveló en 2011, el mismo día que estos fueron puestos tras las rejas junto a otros chivos expiatorios. Ello echa por tierra las últimas mentiras de un caso que se parece demasiado al que hoy se indaga.
Como se ve, hay muchas coincidencias entre un caso y el otro, ¿pasará lo mismo respecto de la investigación?
Christian Sanz
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