Otra vez el cuento del crecimiento patrimonial de Cristina Kirchner. Es en realidad la historia de casi todos los referentes políticos de relevancia: mientras la sociedad se empobrece, ellos incrementan sus fortunas, jamás bien explicitadas. Casi nadie escapa al axioma.
Según la última declaración jurada de la presidenta, la de 2012 —que suspicazmente recién ahora se hace pública, justo después de las elecciones y su reposo—, sus activos crecieron un 20%. ¿Cómo ofició el milagro? ¿Habrá ayudado su visita al papa Francisco?
Cristina ostenta casi $20 millones en depósitos bancarios, más de $13 millones en propiedades y más de $11 millones en sociedades. Al mismo tiempo, muestra en su declaración ingresos y alquileres por $3.858.000. Ello apenas en un año y al mismo tiempo que el mercado inmobiliario se muestra completamente deprimido.
Hoy Cristina es la jefa de Estado más rica de la historia argentina, con un patrimonio de $48.213.189,81. Todo, como se dijo, consta oficialmente en la declaración jurada que la propia mandataria presentó ante la ineficaz Oficina Anticorrupción.
¿Nadie pedirá explicaciones respecto a sus 26 inmuebles declarados entre Santa Cruz y Capital Federal, y más de $11 millones de pesos es el monto de las acciones que tiene en sociedades hoteleras?
Es bien sencillo seguir la ruta del dinero de la presidenta, solo hay que enfocarse en la figura de Juan Carlos Relats, titular de Rutas del Litoral y aparente inquilino de hoteles en los que nadie se hospeda y que pertenecen a Cristina. La otra parte del rastro aparece a través de una deuda que ostenta con la firma Austral Construcciones SA, de Lázaro Báez.
Para encontrar inconsistencias la justicia solo debe poner la lupa en los depósitos en garantía de contratos de locación de inmuebles de esa empresa. A su vez, debe conciliar las declaraciones impositivas de Relats y Báez con la de la jefa de Estado. Así de sencillo.
Sin embargo, nadie lo hará. Ha quedado aún fresco el recuerdo del malogrado expediente que en 2009 archivó el polémico juez Norberto Oyarbide, referido a la fortuna de Néstor y Cristina. Fue un trámite que incluyó todas las irregularidades posibles, incluida la de incorporar como perito de parte al contador de los Kirchner, Víctor Manzanares.
El escándalo parece haber sido olvidado ya, a pesar de la cercanía del tiempo. Es una pésima noticia, ya que indica que nadie más indagará sobre los bienes “blancos” de Cristina. ¿Qué ocurrirá entonces con las cuentas que posee en Suiza y que tan eficazmente puntualizó el periodista Juan Gasparini en su libro “Las bóvedas suizas del kirchnerismo”?
Ya lo dijo alguien alguna vez: “La impunidad tiene cara de hereje”. Ah, no… era la “necesidad”. En fin, casi casi lo mismo.