Ayer, Cristina Kirchner visitó a su madre Ofelia Wilhem en el Sanatorio Otamendi, donde había sido sometida a un estudio ginecológico que incluyó una biopsia. Ello según la información que suministró el centro médico.
La mandataria llegó a ver a su progenitora luego de haber recalado a las 7 de la mañana en helicóptero a la Casa Rosada. De allí se dirigió al establecimiento médico. A las 16:10, la mandataria se retiró en un automóvil de la custodia presidencial.
Más allá de lo que le ocurrió a su madre, sorprendió a propios y ajenos que Cristina estuviera más de 9 horas dentro del Otamendi, sobre todo teniendo en cuenta que la intervención a quien le dio la vida duró mucho menos que ese tiempo.
Para los más desprevenidos, Wilhem fue sometida a una histerectomía, un procedimiento en el cual los médicos pueden retirar el útero —o parte de éste—, las trompas de Falopio y los ovarios.
Como sea, lo que nadie parece querer contar —y que de todos modos se filtró a las redes sociales— es que la presidenta sufrió un desmayo, por lo cual debió ser “obligada” a reposar en la habitación 410 del Otamendi.
El dato fue confirmado por fuentes de ese mismo centro de salud, aunque también admitieron que les fue prohibido hablar acerca de esta cuestión.
Lo sucedido vuelve a abrir el viejo debate: ¿Qué le pasa realmente a Cristina? ¿Está su salud óptima como aseguran los voceros oficiosos? ¿Por qué sigue sin querer aparecer en público? ¿Por qué ya ni siquiera tuitea?
Apenas preguntas por ahora, las respuestas solo las tiene la jefa de Estado.
Christian Sanz
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