Intempestiva, imparable. Elisa Carrió llegó a Mendoza con una misión: reunirse con Alfredo Cornejo a efectos de posicionar a Gustavo Gutiérrez. ¿Una candidatura? ¿Acaso un cargo autárquico? Imposible saberlo, porque “Lilita” no quiere hablar al respecto.
Tarde, una hora después de lo previsto, la líder de Coalición Cívica llega a la Universidad del Aconcagua. El lugar está repleto, todos quieren una foto con ella, aún más que escuchar lo que viene a decir.
“Voy a hablar de filosofía, después hablamos de todo lo demás”, se ataja la socia más incómoda del espacio Cambiemos.
La charla discurre entonces entre menciones a la Biblia, Corea del Norte y Trump, todo ello sazonado por frases filosóficas, muchas de ellas pertenecientes a Hannah Arendt, aquella que da nombre a su instituto de formación política.
“¿Saben cuál es el mayor acto de libertad?”, pregunta Lilita de manera retórica. Y se responde: “El Éxodo”.
Acto seguido, insiste: “¿Saben quién es el mayor estratega de la historia? Es Dios”.
La multitud aplaude, acaso sin siquiera entender qué está diciendo Carrió. “Los políticos tendrían que estudiar el Antiguo Testamento”, persiste. Todos se miran, no saben si reír o aplaudir.
De a poco, la charla va trocando hacia la política vernácula, donde la líder de CC camina con más comodidad. "Hay que perdonar... Pero que devuelvan el dinero", advierte en medio de risas de los asistentes. La referencia al kirchnerismo es obvia.
Todos quieren que Lilita hable de Macri y Lilita no decepciona: "Muchas veces lo golpeó al pobre Mauricio para salvarlo", dice.
Su prédica navega entre la ironía y la crudeza: "La sutileza no anda con los ingenieros", asevera.
Pronto confesará: “Yo no me enojo, yo me hago la enojada". Ello, para sostener su próxima afirmación: “Tengan la seguridad de que yo no rompo Cambiemos (
) No soy una irracional. No me voy. Soy una buena artista”.
A pesar de su dureza, Lilita elogia al presidente: "Macri está haciendo una jugada histórica"
Más aún, a la hora de las alegorías respecto del mal trago de la economía macrista, sostiene: "Cuando uno vivió una fiesta al otro día no se puede comer caviar".
Alguien le pregunta sobre el reportaje que C5N le hizo a Cristina Kirchner. Carrió hace una mueca que pretende ser una sonrisa: "No vi la entrevista porque estaba viendo a las Kardashians", puntualiza.
Llega el final de su charla, no habrá preguntas, solo apuro por llegar al aeropuerto y seguir con su inquieta —e inquietante— rutina.
“¿Qué hablaron con Cornejo?”, interroga este cronista, en medio de un mar de gente que la rodea. “Sí, me junté con Cornejo”, responde la fundadora de CC, sin entender la pregunta. Es obvio, los gritos tapan todo.
“Lilita, Lilita, una foto conmigo por favor”, gritan a coro los que allí se muestran. “No puedo, no llego al aeropuerto”, se excusa Carrió. Nadie se enoja, pareciera que todo le está permitido.
Uno de los pocos que logra sacarle una definición es Edgardo Civit Evans, titular de la Federación de Jubilados Mendocinos. “¿Cuándo se van a ocupar de los jubilados?”, pregunta el hombre. “La semana que viene”, contesta Lilita, casi de compromiso. No importa, Civit Evans se esperanza.
Mientras la líder de CC se aleja, el barullo comienza a mermar. Todo vuelve a la normalidad.
“Es una mujer valiente, hay que cuidarla”, dice un hombre mayor que se encuentra al lado de este cronista. Es el último que queda en el lugar, sentado en una butaca vacía, de un lugar que hace apenas unos minutos estaba repleto de almas.