A mediados de 2015, un escándalo de proporciones escaló a los medios de todo el país luego de que se conociera que la hija del entonces ministro de Defensa, Agustín Rossi, había sido designada directora del Banco Nación.
Delfina, la chica en cuestión, tenía 26 años y apenas una licenciatura en Economía.
Ahora, dos años más tarde, ocurre lo mismo, solo que con la hermana del ministro de Trabajo del macrismo, Jorge Triaca, quien fue nombrada este martes en el mismo cargo.
La decisión fue plasmada a través del decreto 1005/2017 publicado este martes en el Boletín Oficial con la firma de Macri y del ministro de Finanzas, Luis Caputo: "Desígnase directora del Banco de la Nación Argentina a la contadora Mariana Haydee Triaca para completar un período de ley", dice el decreto.
A esta altura, alguien tendría que explicarles a los funcionarios de Cambiemos que, para acceder a un cargo de esas características es preciso contar con un enorme conocimiento y una trayectoria ad hoc.
A duras penas, Mariana Triaca ha logrado escalar a la gerencia de Administración y Finanzas de la pequeña firma Sea Coop. No mucho más que ello. Ergo… ¿amerita un cargo de tal relevancia que la beneficie?
Lo terrible de la situación es que no se trata de la primera contratación polémica que involucra a Triaca. Hace unos meses, hizo designar a Julián Martín Obiglio, exdiputado del PRO y hombre de su confianza. Luego, hizo lo mismo con Sergio Ernesto Borsalino, su propio cuñado.
Pero lo más escandaloso fue cuando hizo designar sin concurso previo a su esposa, María Cecilia Loccisano.
La mujer fue nombrada el 21 de diciembre de 2015 a través del decreto 168/2015 dentro de la Unidad de Financiamiento Internacional de Salud (UFIS), con el cargo de Coordinadora General, con rango y jerarquía de Subsecretaria, dependiente del ministerio de Salud.
No es todo: otra hermana de Triaca, Lorena, reporta como directora de Asuntos Externos de la Agencia Argentina de Inversiones y Comercio Internacional. A esta altura, ¿no estamos ante un claro caso de nepotismo?
Como dice aquella vieja frase del saber popular, “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”.