Decían que no eran violentos. Que su reclamo siempre es pacífico y que son reprimidos de manera persistente por las fuerzas de seguridad. Que ellos solo responden a la violencia estatal y paraestatal.
Hoy se acabó esa mentira, por peso propio. Las imágenes de la irracionalidad dieron la vuelta al mundo. Otra vez…. ¿Otra vez?
La discusión por el ajuste a los jubilados —la mal llamada “reforma” jubilatoria— pasó a un segundo plano. “¿Qué se discute?”, me pregunta un hombre que espera en la cola para pagar un impuesto y mira las crudas imágenes televisivas.
Mañana los diarios no hablaran del debate parlamentario. No. Las portadas estarán referidas a la locura que llevó a un grupo de inadaptados a convertir Buenos Aires en una sede del infierno.
¿Quién les paga? ¿Por qué? ¿Qué buscan? ¿Por qué las piedras en lugar del diálogo? Nadie aún ha podido responder a esas preguntas. El silencio del kirchnerismo es sintomático. También lo es el mutismo de gran parte de la izquierda vernácula.
“Son infiltrados”, dicen. Sin embargo, las primeras imágenes muestran lo contrario. Manifestantes de agrupaciones presuntamente progresistas.
Uno de los que quedó expuesto fue Sebastián Romero, excandidato del Frente de Izquierda de los Trabajadores (FIT) en la interna santafesina, cuyo rostro ilustra esta nota y que es gentileza de revista Noticias. ¿Quién no se horrorizó al verlo hoy arrojando bombas Molotov contra los policías?
[AHORA] Un manifestante le dispara a la policía con una bomba atada a un palo https://t.co/hEiGbY9rvs pic.twitter.com/KMWjK1bNXm
— TN - Todo Noticias (@todonoticias) 18 de diciembre de 2017
El caso de Romero es solo la postal de lo que hicieron muchos otros, en un acto de locura insensata que no tiene explicación ni justificación alguna. Salvo para los ladriprogresistas de siempre, que en nombre de la “opresión del liberalismo” justifican todo. Imbéciles. Mil veces imbéciles.
Mientras la locura persiste en las calles de Buenos Aires, se ha perdido una oportunidad única de debatir sobre el polémico ajuste que el macrismo les quiere imponer a los jubilados. Ello era lo verdaderamente importante.
Y todo por culpa de un grupo de fanáticos que, en lugar de estar tirando piedras, tendrían que estar presos. Es lo que ocurriría en el Primer Mundo.
Pero no, vivimos en Argenzuela. Sin solución de continuidad.