Antes de escribir estas líneas, en una incorrectísima primera persona, debo hacer dos aclaraciones:
1-No defiendo a Natacha Jaitt. Lo que ha dicho deberá probarlo donde corresponda. Como lo he mencionado en más de una oportunidad, jamás me la he cruzado en mi vida.
2-Condeno las prácticas de la Agencia Federal de Inteligencia (exSIDE), un organismo inservible por donde se lo mire. Solo ha sido útil para tener a sueldo a los principales periodistas del país, merced a un perverso sistema pergeñado por los expoderosos Fernando Pocino y Antonio Stiuso. Nadie zafa allí, ni la antigua ni la nueva conducción de la AFI.
¿Por qué la aclaración? El nivel de paranoia que se vive en estas horas en el ámbito periodístico es superlativo, pocas veces visto con anterioridad.
Ergo, si uno cuestiona el corporativismo con el que se movieron puntuales hombres de prensa, es porque responde a intereses oscuros, los mismos que se encontrarían detrás de la supuesta operación que llevó a Jaitt a decir lo que dijo en lo de Mirtha Legrand.
Dicho sea de paso, ¿quién motorizó la movida y por qué? Aún nadie lo ha respondido, ni siquiera el fiscal Federico Delgado, quien investiga la versión y debió aclarar que no se ha podido probar aún que hubiera una operación en ciernes.
Es curioso, porque los mismos periodistas que han sabido cobrar por parte de la AFI suculentos sobresueldos —a algunos de ellos los expuse en esta nota del año 2007— ahora acusan a esa misma agencia de operar en su contra. ¿Alguien puede creer semejante contradicción?
Ninguno de los afectados ha dicho aún lo que se esperaba, lo más simple: “Soy inocente”. Tampoco ninguno ha condenado la pedofilia todavía. Solo han salido a hablar en tropel de una imprecisa “operación”. Otra vez: aún no han dicho quién la habría motorizado ni por qué.
Lo único que han hecho es salir en coro a pronunciar frases idénticas y sobreactuadas, lo cual los puso en una situación difícil de explicar. Si Jaitt está “completamente loca”, como dijeron algunos de los colegas, ¿por qué preocuparse por sus dichos? Más aún: ¿Para qué contestarle?
Los periodistas que acusaron a la “mediática” de señalar sin pruebas a referentes de la política, los medios y el espectáculo, son los mismos que suelen levantar sus dedos acusadores a diestra y siniestra sin aportar jamás un solo indicio de sus dichos. ¿En qué quedamos, muchachos?
En estos días, los periodistas hicieron todo menos lo que debían hacer: chequear si los datos arrojados por Jaitt eran ciertos o falsos. Fue más importante intentar callar la incómoda cuestión. ¿Los menores abusados? Bien, gracias. Nadie pregunta por ellos.
En la mesa de Mirtha Legrand, dos periodistas de fuste como Mercedes Ninci y Gustavo Grabia tuvieron la chance de solicitarle a Jaitt más precisiones sobre sus señalamientos. Sin embargo, prefirieron pedirle que se callara la boca. Increíble, pero real.
A la hora de incomodidades, hay una cuestión en la que pocos han reparado: las versiones sobre la participación de conocidos periodistas y artistas en la trama de pedofilia que hoy investiga la justicia, es anterior a las menciones de Jaitt. Quien tenga alguna duda solo debe usar los buscadores de Facebook y Twitter.
Incluso el mismísimo Eduardo Feinmann hizo mención a ello antes de que la mediática estuviera sentada en el programa de Mirtha. Fue al entrevistar a la fiscal María Soledad Garibaldi. Ver a partir del minuto 8:
No fue el único: el colega Nicolás Wiñazki lo dijo públicamente y luego lo ratificó a través de su cuenta de Twitter, a pesar de las fuertes presiones que recibió. Por canal TN habló de “la red más importante de pedofilia”, donde aparecen “periodistas, deportistas, artistas y celebridades, todos involucrados”.
Y añadió: “Algunos todavía no están imputados en el expediente, pero hay famosos mencionados por chicos, alguno que mandó su abogado para ver el expediente y no se lo dejaron ver”.
Hola. Lo que dije de la mega red lo sostengo y ratifico. Pero no soy fiscal. Ni juez. Cuento lo que tengo chequeado. Pronto, quizás, haya novedades. En el medio, en un barro peor, pasan cosas raras.
— Nicolás Wiñazki (@wwnicolas) April 8, 2018
Lo importante, por supuesto, son los abusados.
Buen domingo.
Al día siguiente, el procurador Bonaerense Julio Conte Grand —a la sazón, primo de la mujer de Luis Majul— salió a aclarar que no había famosos ni periodistas en la causa judicial. Allí mismo, sin que nadie se lo preguntara —y sin que nadie lo hubiera mencionado antes— sostuvo que tampoco había “dueños de medios” involucrados. ¿Por qué lo dijo? ¿A quién intentó tranquilizar?
Días más tarde, Marcelo Longobardi lo dejó en ridículo: el viernes 6 de abril admitió que Enrique Pinti sí aparecía en el expediente.
¿Por qué el periodismo permanece en silencio ante todo lo antedicho? ¿A qué se debe la defensa corporativa que hacen en estas horas? ¿Acaso la trama es más espesa aún y podría involucrar a más famosos?
Por ahora, preguntas sin respuesta. Solo interrogantes para tratar de entender el errático comportamiento de algunos colegas... Si es que merecen llamarse “colegas”, claro.