A fines de agosto de este año, la Sala II de la Cámara federal porteña ordenó a Sebastián Casanello llamar a indagatoria a Cristina Kirchner en el marco de la causa conocida como la Ruta del Dinero K.
La decisión de los camaristas Martín Irurzun y Mariano Llorens se dio después de una serie de pedidos de la Unidad de Información Financiera (UIF), de la Oficina Anticorrupción (OA) y del fiscal federal Guillermo Marijuan.
Casanello venía siendo reticente a llamar a declarar a la expresidenta, a pesar de todos los pedidos que se fueron acumulando al paso de los meses por parte de esos y otros organismos.
La evidencia se impuso a sus deseos y, finalmente, llamó a Cristina el 4 de septiembre. Todo se resolvió con un escrito, en el cual la otrora mandataria aprovechó para hacer lo que mejor sabe hacer: victimizarse.
“El fenómeno que vivimos tiene un carácter regional en Latinoamérica y ha sido calificado por el profesor Luigi Ferrajoli, uno de los máximos exponentes a nivel mundial del iuspositivismo crítico, como ‘una agresión judicial a la democracia’”, puntualizó Cristina, entre otras cuestiones.
Esas palabras parecen haber convencido a Casanello, quien decidió, en las últimas horas, dejarla fuera de la trama que investiga al testaferro kirchnerista Lázaro Báez. Dicho sea de paso: ¿No es curioso que la ruta del dinero “K” ya no tenga a ningún K bajo su órbita?
En realidad, lo que hizo el magistrado fue dictar “falta de mérito”, una figura que permite a los jueces lavarse las manos, ya que les permite sostener que no hay elementos para “condenar”, pero tampoco para “sobreseer” al acusado en cuestión.
Más allá de la furia que provocó esa decisión, era lo esperable por parte del magistrado. ¿Qué otra actitud podría haber tenido alguien que fue bendecido al calor del cristinismo en el siempre corrupto fuero Federal?
Para los menos memoriosos, gracias a los oficios del kirchnerismo, con apenas 37 años y sin antecedentes que lo justificaran, Casanello fue nombrado en 2012 al frente del Juzgado Federal N° 7, el mismo que subrogaba Norberto Oyarbide. Ironías del destino.
Hay un detalle no menor a ese respecto: el magistrado quedó último en la lista del Consejo de la Magistratura a la hora de concursar. Así y todo, fue elegido como titular del juzgado de marras. A dedo, claro.
Bautizado “Tortuga” por parte de Jorge Lanata, por su lentitud a la hora de avanzar contra los exfuncionarios del kirchnerismo envueltos en caso de corrupción, Casanello pactó con el Gobierno su propia impunidad a cambio de cerrar un expediente que preocupaba a Mauricio Macri: el de las escuchas ilegales.
Lo mismo hizo con Daniel Angelici, solo que en una causa por tráfico de influencia. En este caso, el juez sobreactuó su obsecuencia: ni siquiera llamó a declarar al presidente de Boca Juniors.
“Es el nuevo Oyarbide”, suelen decir en Comodoro Py. Y no se equivocan. Lo ocurrido con Cristina en las últimas horas, es prueba de ello.
Una digresión: ¿Cuál fue el papel que jugó Manuel Ignacio Izura, operador de Garavano, para que Casanello beneficiara a CFK?
Cristina respira aliviada en estas horas. Está casi segura de que quedará excluida de la “Ruta del dinero K”. Pobre ilusa, no sabe que la Cámara Federal ha decidido a aguar su repentino júbilo.
#Encuesta Estuvo bien Casanello en beneficiar a CFK?
— Christian Sanz (@CeSanz1) 10 de noviembre de 2018