“Es un tipo muy peligroso”, me dice la fuente de información. Se trata de alguien que supo trabajar con Marcelo D’Alessio durante los días del kirchnerato.
Aquel “abogado” que hoy aparece en medio de una trama brumosa, donde se mezclan la política, el espionaje y el Poder Judicial.
Porque, aunque a D’Alessio se lo intenta relacionar con el macrismo —y alguna relación existe, ciertamente—, sus días de gloria fueron durante las jornadas en las que Cristina Kirchner era presidenta.
Entonces sabía despuntar como director de ENARSA, cargo al que, dicho sea de paso, nadie sabe de qué manera llegó.
Lo que sí pudo precisar este cronista es que D’Alessio respondía a dos poderosos exreferentes K: Roberto Baratta y Daniel Cameron.
Este último fue puesto a dedo en la Secretaría de Energía por Néstor Kirchner, apenas aterrizó en la Casa Rosada, en el año 2003, y debió renunciar 11 años más tarde por su ineficaz gestión.
Respecto de Baratta, baste mencionar que tuvo una carrera exitosa y meteórica: pasó de taxista —era quien trasladaba a Julio De Vido— a subsecretario de Control y Coordinación del Ministerio de Planificación Federal.
Sin embargo, la gloria le duró poco. En estas horas, se encuentra detenido en el marco de la causa de los cuadernos de las coimas que lleva adelante el juez Claudio Bonadio. En buen romance, pasó de la “gloria” a los “cuadernos Gloria”.
En ese contexto, no sorprende que Baratta, D’Alessio mediante, aparezca en medio de una operación para intentar separar al fiscal Carlos Stornelli de ese expediente.
“Mis superiores eran Ezequiel Espinosa, el Dr. Cabrera, ex ministro de Insfrán y Marcelo D´Alessio. Marcelo era operador de la SIDE, con una oficina en la cual controlaba a todos, hasta teléfonos y mails privados”, insiste el calificado informante.
Y añade un dato harto relevante: “En un determinado momento me propone ser SIDE, en las sombras y firmar todas las órdenes de compra con el precio que él fijaría y restarle poder a los gerentes de las distintas áreas, para la corona. Me niego, renuncio y le digo en la cara que no soy corrupto ni chorro”.
“Perdón, cuando menciona a la SIDE ¿es la mismísima Secretaría de Inteligencia, hoy AFI?”, pregunto por las dudas. “Sí, era SIDE, me quería engatusar y me mostró algunas credenciales y el pase libre a La Rosada”, confirma la fuente.
En estas horas, el nombre D’Alessio se ha vuelto toda una incomodidad para el arco político y periodístico. Avalado por kirchneristas y macristas por igual, ha sido presentado en grandes medios de la talla de Clarín e Infobae como un especialista en temas de corrupción y narcotráfico. Incluso el siempre cuestionado Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) promocionó varias de sus charlas. ¿Cómo se vuelve de todo ello?
Entretanto, otra inquietud se revela en el horizonte: aunque todos lo presentaron como tal, D’Alessio no sería abogado. No aparece anotado en ningún colegio público de abogados ni tampoco nadie pude acreditar sus antecedentes profesionales. Por ahora, es solo una versión, pero cobra fuerza al paso de las horas (Hay que tener en cuenta que el hombre también juró trabajar para la DEA y fue desmentido por la embajada de EEUU).
Es curioso, porque repentinamente el affaire Stornelli terminó trocando en el D’Alessio gate, con toda una trama de escuchas telefónicas a presos detrás.
Veleidades de una Argentina que no termina de sorprender, donde los actores son siempre los mismos, incluso los de reparto.