Finalmente, se conocieron los resultados del peritaje toxicológico realizado sobre la sangre, la orina y las vísceras de Natacha Jaitt, quien murió el 23 de febrero en la localidad bonaerense de Benavídez.
Los mismos serán entregados a los fiscales que llevan adelante la causa, quienes los darán a conocer a su vez a las partes en la Unidad Funcional de Instrucción de Violencia de Genero de Tigre.
Según el informe de marras, se detectó presencia de cocaína en sangre, contenido gástrico y vísceras. A su vez, se detectó una falla cardíaca de vieja data y actual. Por si fuera poco, tenía 0,7 de alcohol en sangre.
Otro de los puntos, acaso uno de los más relevantes, refiere que el análisis de vísceras no detectó presencia de veneno u otra droga letal.
Según resumió el colega Mauro Szeta, “la conductora habría consumido drogas y alcohol, y tenía problemas del corazón”.
Los datos que se conocieron este martes echan por tierra las especulaciones que se dejaron correr en un principio, que hablaban de un posible asesinato.
Este periodista, dicho sea de paso, fue el primero en advertir que ello era inverosímil. “Natacha Jaitt tenía cocaína en su organismo y no tenía signos de violencia sobre su cuerpo. Murió por una falla multiorgánica. Paremos un poco con las conspiraciones por favor”, sostuvo quien escribe estas líneas el mismo día que murió Jaitt.
Natacha Jaitt tenía cocaína en su organismo y no tenía signos de violencia sobre su cuerpo. Murió por una falla multiorgánica. Paremos un poco con las conspiraciones por favor
— Christian Sanz (@CeSanz1) 23 de febrero de 2019
Acto seguido, mientras en las redes sociales se insistía en hablar de una enorme e improbable conspiración, este cronista escribió tres artículos sucesivos en los que se insistía en que no había nada del otro mundo tras el deceso de la mediática, solo el resultado de sus excesos. El último de ellos dice todo en el título: “El crimen de Natacha Jaitt es un dogma de fe”.
No hay mucho más que agregar, solo decir que el derrotero de la modelo —amiga muy querida de quien avanza en estas líneas— es una tragedia que debe llamar a la reflexión respecto de los excesos y las adicciones. Más allá de las circunstancias en las que murió. Eso es lo de menos.
Nada ni nadie logrará borrar la valentía y grandeza que ostentó Jaitt en vida. Jamás.