Fue un globo de ensayo. Una suerte de prueba para ver la reacción, no solo de los periodistas, sino también de la sociedad en general.
Refiere al proyecto de ley que presentaron cinco legisladoras identificadas con el kirchnerismo, que prevé la “limitación” de los medios de comunicación a la hora de mencionar casos de corrupción que involucran a funcionarios públicos.
Amén del malestar que esto ha generado, la movida denota la supina ignorancia de las senadoras que buscan avanzar en ese sentido, María Catalfamo, Ana Ianni, Nancy González, Ana Almirón y María Inés Pilatti Vergara.
Porque, ¿qué podría ser más importante que echar luz sobre aquello que tiene que ver con el manejo de la “cosa pública” —de allí deviene la palabra “república”—? Más aún, ¿por qué se busca cercenar el trabajo del periodismo de investigación? ¿Acaso ya están pergeñando algún chanchullo puntual?
Con certera claridad, la Asociación de Entidades Periodísticas Argentinas (Adepa) advirtió que “la norma propuesta vulnera claramente la libertad de expresión y promueve la autocensura”. ¿Queda alguna duda?
Lo más preocupante ha sido el tibio despegue que ha hecho el kirchnerismo de la propuesta de marras. ¿Por qué no hubo una crítica concreta y directa por parte de Alberto y/o Cristina? ¿O hay que creer que ellos mismos están detrás de la movida?
Uno ya ha contado en primera persona lo ya vivido en la primera etapa del incipiente kirchnerato, cuando el hoy presidente era jefe de Gabinete y llamaba a este periodista para decir su frase más brutal: “Yo te puedo hacer mierda”.
Luego llegarían los interminables juicios penales, la quita de pauta publicitaria, las amenazas veladas —y de las otras— y los escraches públicos y privados.
Fueron días realmente insoportables. Donde uno pagaba el precio de denunciar la tremenda corrupción del kirchnerismo, mucha de ella documentada. Miles de millones de dólares saqueados al Estado. Y aquel que se animaba a mostrarlo, aparecía señalado por cadena nacional.
Eran días en los que uno debía llamar a sus abogados y contadores y preguntarles: “¿Tengo todo en regla?”. Porque uno sabía que estaba por salir escrachado en 678.
No solo es el caso de quien escribe estas líneas, docenas de colegas vivieron lo mismo, igual o peor, con una persecución pocas veces vista. Incesantes cartas documentos, llamados, inspecciones de la AFIP, etc… como se dijo, insoportable.
Por el contrario, quienes callaron toda esa putrefacción fueron premiados: no solo jamás fueron perseguidos, sino que les regalaron millones y millones en pauta del Estado. Es decir, plata de los impuestos de todos.
Los medios de Sergio Szpolski, Cristóbal López, Diego Gvirtz, y otros, hicieron desastres sin que nadie les dijera nada. Vaciaron redacciones, evadieron impuestos y demás… y nada. Solo el silencio oficial como premio. La permisividad.
Ello permitió el desastre que hicieron C5N, Página/12, revista 23, diario El Argentino, y otros. No solo se ocuparon de callar los desaguisados K, sino también de mentir en pos de defender a los K. Para quien lo desconozca, ese es el peor de los pecados del periodismo, mentir.
Porque la información no nos pertenece, sino a la sociedad. Se trata de un recurso muy sensible, que no puede ser manipulado, siquiera mínimamente.
Como sea, a esta altura poco importa la discusión periodística. Lo que debe preocupar es lo que viene. Porque, ¿para qué se querría el gobierno limitar el trabajo de los medios sino es para poder hacer el trabajo sucio en paz?
Si así no fuera, no se explica que se hubiera convocado a personajes de grueso prontuario para ocupar cargos de primera y segunda línea. Tipos con antecedentes pesados. La sola convocatoria a Aníbal Fernández, hombre de fuertes lazos con el mundo narco y el crimen organizado, lo dice todo.
No es el único: Tribuna de Periodistas ha comentado in extenso los antecedentes de cada uno de los que han sido “colocados” por Alberto y Cristina en el gobierno a partir de diciembre pasado. Tipos, no solo corruptos, sino peligrosos.
Ergo, lo que viene es preocupante. Porque no será una remake de lo ya vivido, sino que será peor. Porque ahora no hay tanto para rascar, el dinero escasea y el robo será más dificultoso de llevar a cabo.
Por eso, se han garantizado las “cajas” más apetecibles del Estado, donde han puesto a personeros de La Cámpora. El PAMI, la Anses, Aerolíneas Argentinas y demás. Ningunos imbéciles estos muchachos. Nada de Desarrollo Social o ministerios similares, donde hay mucho para hacer pero no hay presupuesto.
En fin... ante lo dicho aquí, solo hay una vacuna: más periodismo de investigación. Nunca falla.