Ricardo Echegaray es un viejo conocido de Tribuna de Periodistas. Desde que el kirchnerismo llegó al poder, este portal fue el primero en señalar sus trapisondas. Y lo hizo durante todos los años que ocupó el poder, en diferentes cargos políticos.

Primero, al frente de la Aduana, lugar al que llegó en compensación por haber cerrado los expedientes del escándalo Conarpesa que rozaban al entonces presidente Néstor Kirchner. Es una trama bien oscura, donde aparecen aportes de campaña y hasta arrepentidos acribillados a balazos.

“Echegaray, señalado por su oscuro paso por la administración del Banco de la Provincia de Santa Cruz y por su sociedad con un personaje llamado Rudy Fernando Ulloa Igor, es una de las piezas fundamentales de este rompecabezas ya que fue él quien desmontó todos los controles que había en Ezeiza no bien asumió allí”, según publicó TDP en febrero de 2005.

Allí mismo se dijo: “En estos momentos, Echegaray es uno de los hombres más protegidos por el Gobierno. No es difícil imaginar por qué”.

En lo sucesivo, se mostró cómo el extitular de la AFIP tuvo vínculos estrechos con el tráfico de drogas, empezando con aquel conocido escándalo de la aerolínea Southern Winds.

Luego, a mediados de 2005 se reveló la complicidad de Echegaray con ciertos casos de contrabando en la Aduana de Campana.

En 2006 directamente se publicó un listado completo de funcionarios de la Aduana relacionados a diverso tipo de delitos, con sus respectivos números de legajo. Se envió copia de ello al entonces titular de esa dependencia y jamás hizo nada al respecto.

En 2009, uno de nuestros abogados, Hernán Palmeiro, hizo una denuncia judicial por defraudación al fisco basándose en una investigación de este portal. En ese hecho, aparecían relacionados funcionarios de la Aduana y grandes empresarios.

Ese mismo año, el director de TDP, Christian Sanz,anticipó que Echegaray buscaba desmantelar el Sistema Informático María, creado para luchar contra el contrabando.

También en 2009 se reveló cómo el entonces titular de la AFIP había ayudado al kirchnerismo a operar contra De Narváez, entregando información sensible —y parcialmente falsa— a Horacio Verbitsky.

Incluso se reveló el pasado militar desconocido de Echegaray, dato exclusivo que luego fue “plagiado” por diario Clarín y otros medios.

Años después, en 2012, otro de nuestros abogados, Alejandro Sánchez Kalbermatten, hizo la primera denuncia contra este último por enriquecimiento ilícito. La misma recayó en el juzgado de la jueza María Romilda Servini, quien la archivó rápidamente, aun cuando el fiscal había decidido imputar a Echegaray. La magistrada jamás permitió que se presentara la prueba que se había propuesto, parte de la cual había sido publicada por este portal.

Luego llegaría la segunda denuncia contra Echegaray por el mismo delito, la cual terminó con el sobreseimiento de este último por la falta de impulso de la Oficina Anticorrupción del kirchnerismo.

Son incontables los delitos cometidos por el extitular de la AFIP, pero siempre termina zafando. Ni hablar de los cuestionamientos que mereció a su paso por la Oficina Nacional de Control Comercial Agropecuario (ONCCA). Fue tal el escándalo por los negociados que hizo allí el kirchnerismo, que directamente fue desactivado ese organismo.

Parte de la trama fue revelada por TDP y mereció una querella penal del mismísimo Echegaray, quien terminó perdiendo en la Justicia Federal ante la avalancha de evidencia en su contra.

Así y todo, nada lo amilanó, y siguió adelante con sus negocios —algunos personales y otros “para la corona”— con una impunidad que solo el kirchnerismo le pudo regalar.

Lo de hoy fue la “frutilla del postre”. Un premio a la corrupción. Un anticipo del beneficio que terminarán obteniendo todos los exfuncionarios K complicados judicialmente.

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