Durante el fin de semana que pasó, propios y ajenos se sorprendieron al leer una nota en diario Clarín que “despegaba” a Aníbal Fernández de su mote de “Morsa”.
Se trata de un artículo firmado por Virginia Messi, que contiene todos los condimentos de la típica operación de prensa.
Para lograr su objetivo, Clarín refiere a un viejo operativo conocido como “Flor de Acero”, acaecido en el año 2003. Allí se intentó dar con una banda de narcotraficantes, algunos de los cuales se los presumía entonces cercanos al propio Aníbal Fernández.
Los traficantes eran tres: un tal Carlos Cogno y dos hermanos de apellido Ríos, y estaba siendo monitoreados por un agente de la exSIDE llamado Julio César Pose.
Todo ello a su vez era controlado por la mismísima DEA, a través de lo que se conoce como “entrega controlada” de 44,2 kilos de cocaína. Para el menos avispado, se trata del organismo norteamericano que lucha contra el narcotráfico.
Sin embargo, de manera inexplicable el operativo fue desmantelado por el extinto juez Claudio Bonadio, como revelé en esta nota del año 2006. Justo cuando se estaba por dar con los narcos mencionados. Entonces, se invirtieron los roles y los investigadores pasaron a ser investigados, con Pose a la cabeza. ¿No suena todo demasiado raro?
Volvamos a la nota-operación de Virginia Messi y analicemos algunos de sus párrafos: “Casi de casualidad (sic), Bonadío descubrió que con los supuestos narcos iba también el ex agente de la SIDE, Julio César Pose. El espía pudo irse caminando de la escena y tranquilamente subirse el BMW color gris en el que estaba Staples y su chofer”, dice el artículo en cuestión.
Y yo me pregunto: ¿No es obvio que, si Pose pudo irse caminando de la escena, es porque estaba “cubierto”? De hecho, es un dato que me revelaron fuentes de la propia embajada de Estados Unidos en el marco de mi nota del año 2006.
También lo confirma la propia Messi (que no es Leonel) en otro párrafo de su nota: “Julio César Pose armó el operativo con la DEA, comprando la cocaína en Salta”.
Como dice aquella vieja frase del derecho penal, “a confesión de parte, relevo de pruebas”.
No obstante, lo mejor está por venir. Dice la “colega” en su nota: “Cuando lo desafectaron de la SIDE (Pose) continuó con trabajos muy oscuros. Por ejemplo, era amigo de las víctimas del Triple Crimen de General Rodriguez (Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina), ocurrido en agosto de 2008”.
Y otra vez me pregunto: ¿Es oscuro ser amigo de alguien? ¿En serio Clarín se anima a publicar algo semejante?
Si ello sorprende, ahora viene lo mejor. La frutilla del postre. Aquel párrafo que hizo llegar al orgasmo a Aníbal: “Numerosas fuentes sostienen que Pose es ‘La Morsa’, apodo que se le atribuyó a Fernández para incriminarlo en el tráfico de efedrina”.
Acá mismo todo cobra claridad. Es el momento en el cual se entiende por qué Messi decidió reflotar un anacrónico caso del año 2003, que ya fue juzgado y archivado. Finalmente todo era para zafar al hoy interventor de Yacimientos Carboníferos Río Turbio.
Es insólito —y suspicaz— que refiera a “numerosas fuentes” pero no mencione a ninguna en particular. Está claro pues quién es su informante: el propio Aníbal.
Por el contrario, cuando empezó todo este culebrón de “la morsa” fui uno de los que contó en “on the record” quiénes y por qué le decían así al entonces jefe de Gabinete.
El primero en revelarme los detalles de ese mote fue el propio Sebastián Forza, en aquella entrevista que le hice tres meses antes de que lo acribillaran a balazos personeros que respondían a Aníbal (todos de la zona de Quilmes, dicho sea de paso).
Luego —vaya paradoja— fue el mismísimo Julio César Pose quien me contó lo mismo: que al entonces jefe de Gabinete de Cristina le decían así por la forma —y lo frondoso— de sus bigotes. Ello fue refrendado posteriormente por la viuda de Forza, Sollange Bellone. También por Martín Lanatta —hombre del riñón exjefe de Gabinete— y, posteriormente, por el “farmacéutico” José Luis Salerno.
No obstante lo dicho, todo es un verdadero absurdo, porque al final lo importante no quién es “la morsa”, sino los vínculos de Aníbal con el mundo del narcotráfico, los cuales he expuesto en una veintena de notas periodísticas.
Estas provocaron la furia del hoy interventor de Yacimientos Río Turbio, quien me hizo dos juicios penales. Ambos se los gané, como puede verse en las sentencias que escaneé en esta nota.
De hecho, en uno de mis artículos periodísticos lo acuso de ser el autor intelectual del triple crimen de General Rodríguez, lo cual comprobó la Justicia y por ello fui sobreseído bajo la figura de “exceptio veritatis”. En buen romance, los jueces llegaron a las mismas conclusiones a las que yo había arribado antes, investigación periodística mediante.
A esta altura, la pregunta que queda flotando en el aire es obvia: ¿Por qué se intenta de repente despegar a Aníbal de su mote de “morsa”?
Sencillamente porque el otrora jefe de Gabinete necesita limpiar su nombre antes de pasar a ocupar un lugar más relevante dentro del universo del kirchnerismo.
Dicho sea de paso, gran trabajo ha hecho Messi a ese respecto, que se suma a la tarea inexpugnable de la siempre cuestionada “jueza de la servilleta” María Romilda Servini, que ya viene haciendo “méritos” en el expediente del triple crimen a efectos de desvincular a Aníbal de su autoría intelectual.
El hombre que sabía demasiado
A esta altura, hay que detenerse un momento sobre la figura de Julio Pose, el hombre clave detrás de toda la trama referida.
Es aquel que une las dos historias aquí relatadas: el caso de la droga de la DEA del año 2003, y el triple crimen de General Rodríguez de agosto de 2008. Son dos expedientes que pude investigar in extenso, como pocos periodistas se han animado.
Con ese bagage a cuestas, puedo decir que Pose fue una de las personas que más me ayudó a desentrañar la trama del triple asesinato. Todo lo que me aportó y sugirió pude corroborarlo en pruebas fehacientes. Por eso, es absurdo acusarlo de ser la “morsa”.
He discrepado con él en muchísimas oportunidades. Principalmente, porque permití que opinaran en Tribuna de Periodistas personas que criticaron su accionar. Pero ello no me evita reconocer que me ayudó a desentrañar lo ocurrido en agosto de 2008, cuando perecieron bajo una lluvia de balas Forza, Ferrón y Bina.
No fue el único: hice más de 50 entrevistas, entre familiares, amigos, jueces, fiscales, policías, etc. Todo ello quedó reflejado en mi libro “La morsa y la fuga”, que prueba los vínculos de Aníbal con el narco. Un detalle: la obra puede descargarse gratis en Internet.
Quien no tenga tiempo de leer semejante “mamotreto”, puede leer esta síntesis periodística, que también muestra las relaciones del exjefe de Gabinete con el tráfico de narcóticos.
Insisto: cuando digo que la “morsa” es Aníbal, lo digo con plena seguridad. Y Aníbal jamás se animará a hacerme un nuevo juicio por ello. Porque sabe que perderá en sede judicial.
Volviendo a Pose, a aquella vieja entrevista que le hice en 2006, hay un tramo en el cual el entonces espía de la exSIDE refiere a Aníbal, sin mencionarlo. Es cuando le pregunto si recibió amenazas por meterse contra el narcotráfico:
“A mí y mi familia, no tenés idea las amenazas que nos han hecho. No se entiende, este Mendoza (N. de la R: un agente de la AFI que lo traicionó) me dio un trabajo y después me mandó crudo con los traficantes. Se comenta que hay un pesado detrás de todo esto, que le dieron dinero por hacer esto en mi contra”.
Analizando todo lo antedicho en retrospectiva, lo que pasó después empieza a cobrar sentido: el incesante ingreso de droga al país a partir de 2003, el lavado de dinero en la campaña de Cristina y Cobos en 2007, la mafia de los remedios, el tráfico de efedrina, el triple crimen de Gral. Rodríguez... culminando en la nota de Messi publicada el sábado pasado en diario Clarín.
Está claro que las coincidencias no existen.
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