Hay que reconocerlo: la naturaleza de Cristina Kirchner es altamente predecible. No hay camino que recorra o palabra que pronuncie que no pueda ser anticipada con anterioridad.
¿O acaso alguno está sorprendido por su avanzada en la Justicia Federal, que culminó en el sobreseimiento en una de las causas que más la aquejaba, Hotesur/Los Sauces?
La medida era esperable, luego de que la propia vicepresidenta reprendiera públicamente en marzo pasado a uno de los jueces que la complicó en otra causa, Daniel Antonio Petrone. El miedo puede ser cualquier cosa, pero no es zonzo.
Tampoco debería sorprender la misiva que la otrora presidenta publicó en sus redes sociales este sábado, donde culpa a la oposición por el derrotes que el país vive con el FMI. Allí mismo, en menor medida, le tira el fardo a Alberto Fernández.
“La lapicera no la tiene Cristina… siempre la tuvo, la tiene y la tendrá el Presidente de la Nación. Y no lo digo yo, lo dice la Constitución Nacional. Que a nadie lo engañen sobre quién decide las políticas en la Argentina”, sostuvo en su carta.
¿Hubiera dicho lo mismo la vicepresidenta si la economía funcionara sobre rieles y los indicadores sociales no fueran desastrosos? La respuesta es obvia. Pero ello no ocurre, el país está a la deriva, y Cristina obra en consecuencia, haciendo lo que mejor sabe: lavarse las manos.
Lo curioso de su misiva no es lo que dice, sino lo que omite: nada menciona acerca del sobreseimiento que le regaló el Tribunal Federal N.º 5.
Ello tiene una obvia explicación: el único motivo de ser del posteo de Cristina es lograr virar el eje de las noticias de las últimas horas, que no paran de hablar de aquel expediente, en el cual terminó beneficiada de manera irregular.
Era lo que se esperaba, básicamente porque es lo que negoció con Alberto Fernández el día que lo coronó por Twitter para que sea candidato a presidente de la Nación: él ocuparía el Sillón de Rivadavia a cambio de regalarle impunidad en las causas judiciales que la aquejan.
Es un pacto que se terminó de refrendar el 5 de mayo de 2020 en la Quinta de Olivos, tal cual reveló este cronista en aquellos días.
Ahora solo le resta sortear un expediente que ya está en marcha y otros tres que fueron elevados a juicio oral: se trata de las causas por la “obra pública” y la de los “Cuadernos de las coimas”. Y otros dos casos vinculados a este último.
Cristina no descansa para lograr zafar de todas esas investigaciones. Y ya ha demostrado sobrada efectividad para lograr sus objetivos, por las buenas o por las malas.
Habrá que ver qué hará la oposición al respecto, luego de haberse “dormido” respecto de lo sucedido con Hotesur/Los Sauces. ¿Seguirán tuiteando pelotudeces o habrán entendido que no basta con la catarsis de las redes sociales?
En otro orden de cosas, hay una escándalo de proporciones a punto de estallar en la Anses luego de que trascendiera que Fernanda Raverta nombró a unos 100 directores de La Cámpora en esa dependencia.
Si bien aparecen fuera de convenio, ahora mismo están haciendo el pertinente curso para pasar a planta permanente. Si ello suena escandaloso, más lo es el hecho de que el director de capacitación de la Anses, Martín Sola —puesto a dedo por Berenice Vampa, amiga de Victoria Tolosa Paz— les ha anticipado todas las respuestas para que aprueben e ingresen.
Dicho sea de paso, Juan Manuel Tignanelli, hermano del diputado provincial Facundo ídem y ‘espada’ de Máximo Kirchner”, que había sido eyectado de su cargo en la Anses luego de una serie de revelaciones de Tribuna de Periodistas, volvió a ser contratado como director UDAT (atención telefónica) sin tener que cumplir horario. O sea, como “ñoqui”.
Otro escándalo de proporciones que se revelará en cualquier momento refiere al ministro del Interior, el camporista Eduardo “Wado” De Pedro, quien se viene quedando desde hace meses con ostentosos terrenos fiscales de la ciudad de Mercedes, de manera irregular. Quien le “arma” los papeles es su hermano Gerónimo Ustarroz.
Sin embargo, los desaguisados no solo ocurren en terruño bonaerense. El director General de la Casa de Chubut en Buenos Aires, Germán Sahagún, fue multado la semana pasada en Trelew por manejar totalmente alcoholizado. Le impusieron una multa de 180 mil pesos y el secuestro de su camioneta. Debió hacer una gran presión para que no trascendiera a los medios.
También en Tucumán pasan cosas escandalosas: esta semana le hicieron una fiesta de despedida a la ministra de Salud provincial, Rossana Chahla, que fue electa diputada Nacional y dejará su cargo ejecutivo. La cuestión es que aquel festejo arrojó gran cantidad de contagiados que abarrotaron los hospitales tucumanos. ¿Los medios locales? Bien, gracias. Aun no se enteraron.
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