«Senior Coach Organizacional», «master coach profesional», «emprendedor», «gurú de las finanzas», «pionero», «consultor», «capacitador internacional», «analista político», «capo»… distintas maneras en la que diarios online y programas de radio y tv definieron a Leonardo Cositorto en los últimos meses.
Desde Infobae hasta Canal 13, desde Viviana Canosa hasta Clarín, una larga lista de medios, periodistas y conductores fueron promocionando acríticamente los emprendimientos de Zoe, que van desde una hamburguesería hasta una criptomoneda.
¿Qué puede pensar alguien que tiene dinero para invertir y se entera por su conductor de confianza de que «mi primo me contó ayer en la cancha que invirtió 1500 dólares en tu moneda y le dio 1500 dólares de ganancia por mes»?
Ahora, mientras los ahorristas se agolpan en las oficinas de Zoe para reclamar por sus ahorros perdidos, la cotización de Zoe Cash se desploma y piden la detención de Cositorto y otros siete colaboradores, acusados de delitos de estafa y asociación ilicita, los medios empezaron a informar.
En el medio entre una etapa y la otra, no hubo fe de erratas, autocrítica, ni aclaración que justificara el viraje editorial. Los medios digitales optaron por la fácil: directamente borraron todas las notas que los comprometían.
La nota de Crónica de más arriba endiosando a Cositorto es de hace apenas una semana, pero ya a comienzos de enero la CNV había abierto un sumario y emitido una alerta internacional por Generación Zoe. En el infomercial Clarín decía que Generación Zoe tenía habilitación de la Comisión Nacional de Valores, cosa que no era cierta.
La diferencia entre la primera etapa y la actual es que las notas iniciales eran publicidades y en las de ahora los medios hacen su trabajo.
Los medios digitales usan eufemismos como InHouse, BrandStudio o ContentLAB para enmascarar al llamado contenido patrocinado, que de por sí es una máscara que simula ser contenido periodístico cuando en realidad es contenido publicitario. Pero el problema de publicar bajo la marca de un medio textualmente lo que pide un cliente, sin verificar, corregir, cuestionar o consultar otras voces es lo que se vio con Zoe.
La tele y la radio ni siquiera se molestan en aclarar que las llamadas publinotas son notas pagas. Son una entrevista más dentro del programa. Da lo mismo que uno venda jeans o una estafa piramidal mientras se ajuste a la tarifa del espacio.
En Twitter pregunté qué hacemos ahora con los medios que impulsaron a Cositorto y sus curros. Entre las respuestas sugieren denunciarlos por publicidad engañosa, aplicar la Ley de Medios, usar el dinero que cobraron para ayudar a las víctimas y acusarlos de complicidad ante la justicia. Suena fuerte, pero ¿deberían quedar impunes?
Párrafo final para Twitter: cuando el periodismo que cobra suscripciones y recibe premios mandaba fruta sobre Zoe, varios tuiteros se dedicaron a desenmascarar a diario cada disparate de Cositorto. Aplauso, fav y retuit para todos ellos.