Y un día llegamos a las dos décadas. Toda una vida, o casi. Pero es un montón de tiempo, nadie puede decir que no. ¿O sí?
Arrancamos en los idus de marzo de 2003 con más ganas que herramientas profesionales, cuando los portales web eran unos pocos, contados con los dedos de una mano. O dos.
Habíamos nacido mucho antes, como diario de papel. Pero un día, Diego Gentilezza, uno de mis mejores amigos y, a la sazón, el webmaster del sitio, me dijo: “¿No te coparía colgar Tribuna de Periodistas en internet?”.
Le dije que sí, pero realmente no estaba muy convencido de hacerlo. No entendía aún ese mundo 2.0 y sentía que solo agregaría complicaciones a mi vida. Sin embargo, no fue así.
Nos terminamos embarcando en una aventura extraordinaria, que dura hasta el día de hoy. Con una misión que sigue inamovible: hacer periodismo independiente. 100% independiente. Algo nunca visto en la Argentina.
Es la instrucción que se les dio a los que escribían en TDP, que no tendrían restricción alguna, salvo la obvia: que tuvieran la precaución de chequear bien la información que publicaran.
Esa independencia se les anticipó a los anunciantes de ocasión, y así nos fue. Una complicación tras otra. Sobre todo con la pauta oficial.
El primero que nos puso dinero desde el Estado fue el duhaldismo, en medio de una negociación que se hizo extensa y áspera. Porque no estábamos dispuestos a negociar nuestra independencia. Eran, como se dijo, los primeros días de marzo de 2003.
Dos meses después llegarían los Kirchner a la Casa Rosada y todo se terminaría de pudrir. Un llamado, y otro, y otro. Presionando por las investigaciones que llevábamos adelante, que desnudaban la corrupción de un gobierno recién instalado.
El que se comunicaba era Alberto Fernández, quien jamás imaginaría que, casi dos décadas después, sería presidente de la Nación. Para ese entonces era el jefe de Gabinete de Néstor Kirchner.
“Yo te puedo hacer mierda”, me dijo una vez, y supe que era el fin de la pauta estatal. A partir de entonces hubo que abocarse a buscar plata por otros lares. Era eso o sucumbir a las presiones. Y nosotros queríamos seguir haciendo periodismo independiente.
En ese tren, fuimos los primeros en documentar la corrupción de Julio De Vido, y el costado narco de Aníbal Fernández, y las valijas con dólares de Guido Antonini Wilson, y mucho más. Los grandes medios siempre fueron generosos con nosotros, porque nos dieron el crédito de todo ello.
No había redes sociales aún, pero igual lográbamos fuerte repercusión social y política. Luego, en pos de mejorar la calidad, convocamos a los mejores expertos y armamos un Manual de Estilo. Y contratamos a un Defensor del Lector. Y seguimos avanzando.
Y cuanto más le pegábamos al poder, más nos costaba conseguir pauta, pública y privada. Entonces decidimos crear un “club de socios”, que hoy supera las 120 personas, que aportan mensualmente una cuota voluntaria que nos ayuda a sostenernos económicamente.
Mucho más podríamos contar, pero no hace falta, ustedes nos conocen. Somos unos locos lindos que llegaron para cambiar todo lo establecido en lo que a periodismo respecta.
Y lo seguiremos haciendo. Vamos por más.
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