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¿Hacer negociados es PRO?

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DE GASTOS Y SOBREPRECIOS EN LA LEGISLATURA PORTEÑA
DE GASTOS Y SOBREPRECIOS EN LA LEGISLATURA PORTEÑA

En momentos en los que la crisis económica arrasa con las cuentas públicas y los gobiernos de todo el mundo achican gastos de todo tipo, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires ha incurrido en los últimos meses en inentendibles dispendios y contrataciones directas. Según una de las fuentes de información consultadas para este artículo, se trataría de una inédita manera de financiar la campaña del incipiente PRO-peronismo (1).

 

Independientemente del destino de los fondos, lo importante es que las anomalías son reales y ocurren desde hace años. La primera de ellas ha sucedido hace horas, en el marco de la puesta en marcha del nuevo sistema de voto digital instalado en la Legislatura por parte de profesionales de la Universidad Nacional de La Plata.

El novedoso método electrónico se dará a conocer en las próximas horas, pero nadie contará lo que costó: ¡un millón de dólares!. Y si de irregularidades se trata, sería pertinente que alguien explicara por qué en el marco del nuevo sistema se adquirieron 67 pantallas habiendo sólo 60 legisladores.

Por otro lado, cabe una pregunta fundamental: ¿era necesario hacer semejante gasto de dinero en momentos de crisis presupuestaria?

No es la primera vez que sucede algo así, hace pocos meses, por caso, se compraron dos camionetas Mercedes Benz Sprinter a 500 mil pesos cada una y por sistema de compra directa. ¿Eran indispensables? Todo parece indicar que no, ya que aún descansan en el Paso de las carretas, denominación con la que se conoce a uno de los depósitos de la Legislatura.

Lo mismo ocurrió con la reciente compra de 200 plasmas de LCD, los cuales descansan el sueño de los justos en el mismo lugar.

 

La evaporación de la materia

Pocos saben que la mayoría de los objetos mobiliarios que sobran en la Legislatura van a parar a un depósito ubicado en la calle Jujuy de esta Capital Federal. Son elementos que pertenecen al patrimonio de la Ciudad de Buenos Aires y que deberían estar a buen resguardo.

Sin embargo, por motivos que aún nadie puede precisar, en los últimos tiempos muchos de ellos se han "evaporado". Según fuentes de la Legislatura, se trató de un hecho criminal; un "robo", para decirlo en términos directos. Lo sospechoso y raro es que el supuesto hurto jamás se denunció ante la Justicia o la policía.

Y si de desapariciones misteriosas se trata, nada más emblemático que el caso de las 230 impresoras que salieron de la Legislatura para ser reparadas y jamás regresaron.

Podrían describirse docenas de casos como los que se presentan en el presente artículo, pero lo importante —más que los hechos en sí— es la impune metodología que prevalece en el tiempo. Lo más asombroso es que lo mencionado en estas líneas no es ningún secreto dentro de la Legislatura porteña, sino todo lo contrario. "Hasta los empleados administrativos conocen estas barbaridades, y nadie hace nada", admitió una importante fuente de esa dependencia que prestó testimonio para el presente artículo.

"¿Sabrá de estas irregularidades Mauricio Macri?", preguntó este cronista al ocasional informante antes de despedirse.

"¡Claro que lo sabe! No solamente Macri, también (Diego) Santilli", respondió efusivamente el interlocutor.

Por lo que pudo saber este periódico, a través de otras fuentes, este último dato es real. Tal es así que el que autoriza todos los gastos en la Legislatura es Bruno Screnci, Secretario Administrativo de esa dependencia, y hombre de confianza total de Santilli.

Tribuna de Periodistas quiso hablar con ambos funcionarios —Screnci y Santilli— pero no obtuvo respuesta.

 

Concluyendo

Hace pocos días, funcionarios del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires admitieron que, debido a la crisis financiera —mundial y autóctona—, deberán frenar grandes obras para "bajar gastos" (2). A esos efectos, se postergó la construcción de puentes y túneles, dos complejos educativos y nuevas viviendas.

En contraposición a esto, la Legislatura incurre en gastos innecesarios y sospechosamente onerosos. Por ejemplo, hace pocas semanas se autorizó la friolera de 11 millones de pesos para comprar computadoras. ¿Cómo se entiende tan cabal contradicción?

Más temprano que tarde, especialmente por tratarse de un año electoral, el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires deberá dar las explicaciones del caso.

¿O acaso dar explicaciones no es PRO?

 

Christian Sanz

(1) Otras dos fuentes admiten las irregularidades pero aseguran que no es para hacer campaña, sino una manera de hacer dinero fácil que terminará en los bolsillos de ciertos funcionarios de primera y segunda línea.

(2) Ver http://www.clarin.com/diario/2009/04/11/laciudad/h-01895412.htm

 

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