No es casual que, mientras en el mundo los medios de comunicación se van concentrando en cada vez menos manos, la calidad de la información se vaya degradando.
Nuestro país, que nunca puede ser menos a la hora de acompañar los vicios externos, ha logrado encabezar, en los últimos años, la lista de países con menor objetividad entre sus medios masivos.
Lo antedicho no es un dato menor, ya que la calidad de la información que llega a la población está sumamente sesgada y no ayuda a entender la preocupante realidad que nos rodea actualmente. Todo queda relegado a unas pocas noticias digitadas desde la gerencia de los medios más importantes.
La gravedad de la situación es tal que ya existen medios manejados por corporaciones mafiosas y, algunos de ellos, hasta han sido comprados con dinero manchado con el estigma del narcotráfico.
Hablamos, no casualmente, de los medios de televisión por aire.
Por caso, Canal 9 es uno de los mejores ejemplos de lo antedicho. Un canal comprado con dinero cuyo origen es desconocido, por Daniel Hadad, un pseudoperiodista que no puede explicar cómo logró llegar a ser empresario cuando quince años antes era un simple “movilero” con un ajustado patrimonio.
Parte del dinero con el que Hadad ha comprado Canal 9, se sabe que proviene de aquel personaje que ha sabido “adornarlo” durante años: Alfredo Yabrán, quien ha ganado varios de sus millones gracias al tráfico de estupefacientes y lavado de dinero posterior.
Esto último debería alertarnos, ya que significa que estamos ante un medio de difusión que ha sido adquirido con capitales manchados con sangre. Recordemos que Hadad ha cobrado por parte de “Don Alfredo” entre U$S 80.000 y U$S 100.000 por mes durante varios años, según ha comentado oportunamente su amigo y dudoso colega, Marcelo Longobardi.
El hombre sin escrúpulos
Hadad es abogado y periodista recibido en la Universidad Católica Argentina y está vinculado al Opus Dei desde que realizó un posgrado en la universidad española de Navarra. Esa relación es la que lo lleva muchas veces a sostener su típica postura ultra conservadora que roza con lo fascista.
No obstante su conducta ultra católica, en una de las grabaciones del “famoso” caso Cóppola, se lo pudo escuchar pidiendo “bichos (droga), consoladores y chicas”. También se comprobó que tenía una relación más que fluida con la tristemente célebre Samantha Farjat.
Aquellos que conocen a Hadad desde sus comienzos en el periodismo destacan su ambición y ostentación. Luego de comprar un dúplex en Villa Devoto pudo acceder a un departamento valuado en 350.000 dólares en la zona de Palermo y a una casa en el exclusivo Club de Campo Mayling cuyo costo alcanza el millón y medio de dólares.
Por sus comienzos en televisión, condujo el programa La trama y el revés, junto a Guillermo Cherasny, donde se identificaba a ambos periodistas con las ideas del sector carapintada, y que hizo que el entónces diputado radical Cesar Jarosalvsky los denunciara por estar financiados por Norberto Cao, detenido durante el gobierno de Alfonsín por atentar contra la democracia. El programa también habría estado relacionado con empresarios vinculados a los servicios de inteligencia. A pesar de que Hadad siempre negó los vinculos denunciados, fue el propio Aldo Rico quien en un reportaje que salió al aire en su programa radial le recordó que el periodista frecuentaba la fundación que él dirigía.
En el libro Los dueños de la Argentina II, el periodista Luis Majul denunció que había un acuerdo extra publicitario entre Hadad y Longobardi y la empresa Benito Roggio. Según el libro, los dos periodistas recibían 3.000 dólares mensuales de parte del empresario sin la contrapartida de publicidad. Marcelo Longobardi, independientemente, admitió que se le habían facturado tres meses a Roggio en las condiciones que había denunciado Majul.
"Para la empresa informativa, ganar dinero es un deber ético", expresó Hadad ante el diario La Prensa el 20 de diciembre de 1992.
Esas declaraciones marcarían la carrera “exitosa” de Hadad. Obviamente reñida con la ética más elemental.
Idiotas útiles
Como todo “operador”, Hadad se ha sabido rodear de una corte de aduladores, mal llamados periodistas que, no casualmente, tienen el mismo discurso que él y le hacen el caldo gordo a sus reaccionarias ideas.
Imbéciles interesados como Oscar González Oro, Baby Etchecopar, Marcelo Longobardi, Esteban Mirol y Eduardo Feinman (uno de los peores) -entre otros-, son los que ayudan a que la maquinaria de aprietes y “operaciones” de Hadad funcione aceitadamente.
Y es que el dueño de Canal 9 ha sabido capitalizar muy bien sus años junto a Bernardo Neustadt y Alfredo Yabrán: de ellos ha aprendido los oficios del “apriete” a todo aquel que se interponga en su camino
Es sabido que Hadad suele extorsionar a sus propios avisadores, a sus colegas y a políticos de diferente extracción, ya sea a través de filmaciones, pinchaduras telefónicas o directamente con la mera amenaza. Históricamente, esta conducta ha sido realizada con el apoyo de su "mano derecha", José Luis Rodríguez Pagano, hombre fuerte de Radio10 y tan oscuro como él.
Este hecho se agrava exponencialmente frente al silencio de los medios que conocen esta situación pero no la denuncian. Uno de los pocos que se animó a hablar del tema fue el periodista Jorge Lanata a mediados del año 2001: “Hadad tiene una conducta extorsiva con respecto a los avisadores, los empresarios y los políticos. Ahora... no puedo creer que tenga a todo el mundo filmado cogiendo!”.
En esas mismas declaraciones, Lanata denunció que diversas personalidades del mundillo de los medios lo apretaron para que no hablara de la compra de Canal 9 por parte de Hadad.
Somos mucho más que dos
No sólo Hadad tiene mucho que explicar a la hora de hablar de capitales dudosos en los medios de comunicación. Canal 2 posee como accionista minoritario al Grupo Uno -perteneciente a los incombustibles Daniel Vila y José Luis Manzano-, un conglomerado sospechado de manejar capitales vinculados al lavado de dinero proveniente de los anticastristas cubanos relacionados al extinto Jorge Mas Canosa.
No es casual que, luego del desembarco de este grupesco, la calidad periodística de Canal 2 haya disminuido tan bruscamente. Los mejores programas periodísticos de la emisora han sido levantados y los pocos que quedan hacen una cobertura de la realidad tan trivial que da náuseas el sólo hecho de mirarlos.
Y si hablamos de capitales oscuros y dudosa información no podemos dejar de nombrar al Grupo Clarín y su pata televisiva, Canal 13 quien, a diferencia de otros medios ni siquiera tiene programación periodística alguna, salvo su mediocre noticiero de la noche.
Si al grupo Yabrán se le puede endilgar el mote de “mafia”, más aún al grupo comandado por Ernestina Herrera de Noble y el tenebroso Héctor Magneto, quienes han creado un particular sistema de “premios” y “castigos” hacia políticos y empresarios a través de las páginas del diario del grupo: Clarín.
Y es que este grupo ha sabido crecer a la vera de los favores políticos de todo tipo, sin importar que vinieran de gobiernos de facto o gobiernos democráticos. Todo a cambio –obviamente- del consiguiente apoyo a sus figuras a través de las páginas del diario.
A Canal 7 y Canal 11 ni vale la pena mencionarlos. El primero es estatal y el segundo pertenece a Telefónica, la empresa que ha sabido recaudar miles de millones de dólares gracias a la política entreguista de Carlos Menem.
Tal vez sea justamente ese el motivo de ausencia de programas político-periodísticos en su pantalla.
Concluyendo
Si a todo lo antedicho se suman los elocuentes aprietes que el gobierno de Kirchner está ejerciendo sobre los periodistas díscolos, no queda posibilidad de que el ciudadano común pueda ser receptor de información, no ya objetiva, pero sí desinteresada.
En países como Estados Unidos o España, los principales medios de prensa empiezan a ser blanco de desconfianza por parte de sus ciudadanos, sobre todo a partir de la pésima cobertura de la ocupación de Irak. Muchos lectores comenzaron a optar por medios electrónicos antes que por los diarios, a sabiendas de que estos últimos sólo reflejaban el discurso oficial.
Es grave, muy grave. Los estragos causados por la concentración de medios está siendo cada vez más visible. Y, lo peor, es que el fenómeno va “in crescendo”.
Hay mucha corrupción en la política, la justicia y otros estamentos, pero los medios no tienen nada que envidiar en ese sentido.
Los periodistas nos debemos un mea culpa. Hay que quitarse la máscara de una buena vez.
Y es que la gente, cada vez, come menos vidrio.
si la universidad española es corrupta pues lo demás mucho más.
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