La imprevista orden del juez federal Norberto Oyarbide de ordenar el procesamiento de Marcos Hendler, aparente testaferro de Hugo Moyano y titular de droguería Urbana —que proveía la obra social del sindicato de Camioneros—, ha caído como un baldazo de agua fría sobre la figura del poderoso sindicalista.
Se trata del expediente judicial que investiga una posible "asociación ilícita" en el marco de la investigación por la denominada "mafia de los medicamentos".
Es que Moyano jamás pensó que la causa judicial avanzaría de tal manera, ni llegaría tan lejos. ¿Cómo podría él —y eventualmente su esposa, Liliana Esther Zulet— justificar las compras a droguerías como Urbana y San Javier, firmas que venían siendo señaladas, no solo por la justicia, sino también por la entonces ministra de Salud, Graciela Ocaña por escandalosas irregularidades? ¿Cómo explicar su desconocimiento en la adulteración de cientos y cientos de troqueles de remedios?
El temor más grande que hoy ostenta Moyano está referido a la figura que podría caberle a él mismo junto al referido Hendler. Se trata de la implacable “asociación ilícita” que permite a la Justicia rápida prisión cuando no ostenta elementos contundentes para llegar a la condena.
En el caso de Moyano hay evidencia de sobra para aplicarla: existen elocuentes grabaciones telefónicas que refrendan las sospechas más fuertes de la Justicia. No casualmente, Hendler comenzó a ser investigado a partir de una conversación telefónica que habría mantenido con la empresaria farmacéutica Alexia Bergalli sobre la provisión de 19 troqueles “truchos” para la Obra Social de Choferes de Camiones.
En esas mismas escuchas, puede comprobarse que los montos por los cuales se ha burlado el erario público son astronómicos. En tal sentido, es todo un dato que en su resolución Oyarbide haya trabado un embargo por 500 mil pesos sobre la figura de Hendler. ¿Cuánto más le correspondería a Moyano si se comprobara su culpabilidad?
El camionero siempre se sintió seguro bajo el ala de Néstor Kirchner, quien le prometió una y otra vez que jamás caería sobre su persona el peso de la Justicia. Sin embargo, luego del fallecimiento del ex presidente, este no ha encontrado aún la manera de llegar a Cristina Kirchner. Según testigos presenciales, en la única reunión que tuvo con la mandataria, no se atrevió a mencionar su “tema” siquiera tangencialmente.
Mientras tanto, contra su figura avanza raudamente otro expediente por presunto fraude al Estado en el cobro de medicamentos, esta vez en el juzgado de Claudio Bonadío. Allí el panorama es aún más sombrío para el Moyano, ya que se trata de un juez impermeable a la presión oficial.
En fin, Moyano sabe que la última carta que le queda por jugar es la de la presión a través de mensajes “por elevación” al poder político. También sabe que no le queda mucho tiempo para utilizarla y no quiere terminar como Juan José Zanola.
Recordar al bancario en días en los que era llevado en un patrullero, esposado y alicaído, induce las peores pesadillas al líder de la CGT.