Dos decisiones judiciales acaecidas en los últimos días, tienen a mal traer al sindicalista Hugo Moyano. La primera tiene que ver con un peritaje recibido por el juez federal Claudio Bonadío, que demostró rotundamente que son apócrifos los troqueles de un medicamento presentado por la obra social de Camioneros para cobrar reintegros por tratamientos médicos complejos.
La segunda preocupación para Moyano, descansa en el despacho de Norberto Oyarbide y tiene que ver con una investigación que lo vincula con la triple A. Ese expediente está a punto de llevarlo a juicio oral y público, luego de que un abogado llamado Carlos Petroni denunciara que el camionero tuvo en su juventud relación cercana con dos agrupaciones vinculadas con la organización paramilitar de ultraderecha:
¿Es casual que ambas causas judiciales avancen raudamente justo después de que falleciera Néstor Kirchner? ¿Hay alguna “mano negra” oficial que intenta esmerilar en estas horas el poderío de Moyano?
Si se tiene en cuenta que ambos expedientes han descansado el sueño de los justos durante largos meses —sin mostrar el más mínimo movimiento en ese período— puede presumirse que una oportuna gestión oficial ha influido en los ánimos judiciales.
Por caso, gran parte de los elementos utilizados por Bonadío para avanzar contra Moyano reposaban en desvencijadas fojas que datan de hace al menos un año. Lo mismo ocurre con la causa judicial que maneja Oyarbide, en el marco de la cual metió preso en septiembre de 2009 al bancario Juan José Zanola. En ese expediente, la más complicada es la esposa del titular de la CGT, Liliana Zulet, titular de la obra social de Camioneros.
No casualmente, la ex ministra de Salud Graciela Ocaña, aseguró que el camionero “debería correr la misma suerte de Juan José Zanola” en torno a la investigación por el uso de medicamentos “truchos”.
Como sea, la frialdad del saludo entre
Por lo antedicho, es factible prever que el sindicalista será finalmente procesado en alguna de las referidas causas judiciales. El temor de que ello ocurra, hoy corroe la tranquilidad de Moyano y es por ello que empezó a gestionar tibios acercamientos con funcionarios de la talla del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández. “Si yo caigo, me llevo a todos puestos”, le habría dicho el camionero al poderoso funcionario, de acuerdo al testimonio de una fuente que estuvo presente en esa misma reunión.
Anteriormente, diario Perfil hizo trascender que la noche antes de morir, Néstor Kirchner habría discutido con el sindicalista por el mismo tema: Moyano quería saber si el gobierno estaba detrás de sus interminables desgracias.
Otro que ha comenzado a enviar “metamensajes” a lo más granado del kirchnerismo, es Zanola, solo que lo ha hecho tardíamente, ya estando preso. Sus amenazas comenzaron a recrudecer a partir del 15 de octubre pasado, cuando fue mudado de su celda “vip” en la cárcel de Devoto a un sucio aposento en el penal de Ezeiza.
¿Cómo sigue la trama? es aún un misterio, aunque un hecho ocurrido el domingo 14 de noviembre pasado podría dar pistas de lo que se espera a futuro. Ese día, el sindicalista Raúl Fontana, líder de la oposición a Zanola en el gremio
Fontana, quien permanece internado en un centro de salud de Trelew, volcó con su auto a la altura del kilómetro 1.250 de
Un dato no menor: fue Fontana quien denunció a Zanola por su supuesta participación en la trama de los medicamentos apócrifos justo antes de que este cayera preso.
¿Casualidades o causalidades?
Christian Sanz