Aníbal Fernández tartamudeó, pero finalmente lo dijo: "No es un problema de vecinos, sino un problema de activistas". Se refería a los incidentes de los últimos días en el Parque Indoamericano de la Ciudad de Buenos Aires.
Esa quizás haya sido la única frase que estuvo exenta de falacias y que describe la realidad de lo ocurrido en Villa Soldati. Luego, la conferencia del jefe de Gabinete —secundado por un silencioso Julio Alak— fue solo un muestrario de desaciertos, videos editados a conveniencia y conspiraciones sin sustento.
¿Cuál fue el sentido de mostrar a supuestos responsables de los que no se pudo dar siquiera el nombre? ¿Para qué se insistió señalar cuestiones de las que no hay evidencia? ¿Por qué el Gobierno aún no impulsó ninguna denuncia judicial?
Una sola cosa es clara a esta altura: Aníbal fue conminado por la Presidenta de la Nación a dar explicaciones, a como sea.
El tiro por elevación a una supuesta sociedad entre el macrismo y el duhaldismo a efectos de generar esos incidentes fueron una suerte de burla a la sociedad toda. ¿De qué manera podía servirle al jefe de Gobierno porteño semejante acto de violencia, que terminó desnudando su paupérrima política de viviendas? Jamás podría responder a ello el jefe de Gabinete, porque no tiene respuesta coherente.
A medida que pasan las horas, la realidad muestra más y más responsabilidad por parte del kirchnerismo, aún por sobre la de cualquier otra agrupación. Por acción y por omisión.
Por caso, Julio Capella y Alejandro Salvatierra —uno de los que supuestamente disparó y el líder de la toma de Soldati, respectivamente— han mostrado estrechos lazos con el Gobierno nacional. Capella, por si fuera poco, fue “bendecido” para viajar al mundial de Sudáfrica.
¿Está en condiciones el kirchnerismo de tolerar —nuevamente— la imagen de sus funcionarios relacionados con personajes del mundo del delito, como ocurrió con la muerte de Mariano Ferreyra, en el marco de la aparición de fotografías de Amado Boudou junto a Cristian Favale?
Por lo visto, no. El límite de la tolerancia oficial parece ser las muertes vinculadas con la protesta social. Eso explicaría el apuro por armar una conferencia de prensa a las apuradas y con tan poco sustento. Hay que decirlo: ha sido un papelón innecesario.
Antes de hablar de ello, el Gobierno bien podría explicar por qué durante los años K ha crecido de tal manera la brecha entre los que más y menos poseen —real causa del crecimiento de la inseguridad— o cuál es el motivo por el cual no existen campañas para prevenir sobre el flagelo de las drogas.
Mientras ello no ocurra, la postal del Parque Indoamericano será cada vez más frecuente… y más violenta.
Christian Sanz