Luego de conocido el fallo de la Corte Suprema de Justicia, que obliga a una distribución más justa de la pauta publicitaria oficial, ha quedado al descubierto que la propaganda del Estado no solo no es proporcional a la tirada de los diarios a los que se les otorga, sino que se beneficia a los medios afines en una proporción de hasta 350 veces superior que a los medios críticos.
Ese mero dato, en un país medianamente serio, sería un verdadero escándalo; pero estamos en la Argentina. Más allá de la humorada, hay que decir que en realidad no hacía falta conocer las cifras oficiales para darse cuenta de que la prensa adicta al poder de turno goza de un flujo propagandístico oficial que es desmesurado e incoherente.
Baste ver el siguiente cuadro para darse cuenta de ello:
Como puede verse, el kirchnerismo ha malgastado recursos públicos —de toda la sociedad— a efectos de premiar y castigar a la prensa según la conveniencia de Casa de Gobierno.
No es un dato menor, sobre todo si se tiene en cuenta que, del 2003 a la fecha, el oficialismo ha incrementado la partida de publicidad oficial en un 1.300%.
Hay que recordar que la filosofía de esa propaganda es la de dar a conocer actos de gobierno, lo cual por sentido común debería llevar al poder de turno a otorgarla a los medios en proporción a su propia circulación.
¿De qué le sirve al kirchnerismo haber dado más de 8 millones de pesos a un diario como BAE que cuenta con solo 1.800 ejemplares de venta promedio diarios? Evidentemente, el gesto no está relacionado con la difusión de actos de gobierno en sí, sino con premiar a Sergio Szpolski, el obsecuente más importante que hoy ostenta el oficialismo.
En relación inversamente proporcional, se ha castigado a medios como diario Perfil y revista Noticias, críticos de la primera hora de los Kirchner.
“El parámetro es siempre el mismo. Los diarios y medios de empresas de vasta tradición periodística (como Clarín, La Nación y Perfil) reciben muy poco, mientras que los ultraoficialistas (Página/12, Tiempo Argentino o Crónica) obtienen abundantes recursos públicos. Entre enero y noviembre, el Gobierno destinó $ 2.285 por cada ejemplar vendido de Página 12 (serían alrededor de 14.000, según datos del mercado), mientras que gastó $ 27 por cada ejemplar de Clarín (que vendió un promedio de 251.543 ejemplares, sólo en Capital Federal y Gran Buenos Aires, según datos verificados por el Instituto Verificador de Circulaciones”, asegura Clarín en su edición de hoy.
Concluyendo
En el marco del debate que se ha generado a partir de ayer por la tarde —luego de conocido el fallo de la Corte—, los principales medios de comunicación no terminan de ponerse de acuerdo respecto a las cifras de publicidad oficial otorgadas por el Gobierno.
Por caso, en las infografías publicadas por las versiones impresas de Clarín y La Nación hay una fuerte divergencia respecto a los números de reparto de publicidad oficial. “Curiosamente, La Nación le adjudica a Ámbito Financiero la misma cifra de venta diaria que motivara, hace un mes, a Julio Saguier a enviar una carta de disculpas a Orlando Vignatti”, asegura el sitio Diario sobre Diarios.
En sentido similar, revista Noticias señala a través de su cuenta de Twitter que lo publicado por Clarín, respecto a que habría recibido 440 mil pesos por publicidad oficial, “no es cierto”.
Y asegura que solo “son mentiras difundidas por el Gobierno”.
En fin, el debate recién ha comenzado y muestra diversas aristas a analizar de cara al futuro, no solo por parte de los políticos vernáculos sino también por el periodismo y la sociedad toda. Tiene que ver con la necesidad de formar ciudadanos más justos y de encontrar el equilibrio adecuado a los excesos propios del poder de turno.
El kirchnerismo ha desvirtuado la función del Estado con el uso y abuso de la pauta oficial. Podría parecer algo menor, pero no lo es. Se trata de un nuevo gesto de autoritarismo que se suma a una larga lista de desaguisados tales como el cooptamiento del Indec, el vaciamiento de la Anses, el uso discrecional de reservas del Banco Central y hasta la falta de rendición de cuentas de los fondos de Santa Cruz.
El fallo de la Corte habla entre líneas de esos abusos y deja en claro, aún sin decirlo, algo muy importante: el kirchnerismo está lejos de ser progresista.
No es poco.
Christian Sanz