Mientras estas líneas se escriben, Cristina Kirchner se encuentra reunida en la Quinta de Olivos con sus principales funcionarios, diagramando los pasos a seguir luego de que la Sala I de la Cámara Civil y Comercial Federal le otorgara una oportuna prórroga al grupo Clarín respecto a dos polémicos artículos de la Ley de Medios.
En realidad, la Presidenta llamó a sus hombres mucho antes de que se conociera públicamente el fallo de marras. Era un secreto a voces que este se conocería hoy y que sería adverso y la mandataria no quería estar sola para cuando esto trascendiera a los grandes medios. ¿Cómo aceptar una derrota semejante luego de tanta bravata pública? ¿Qué decirle a la misma sociedad a la que se le llenó la cabeza con fantasmales promesas de cara al 7D?
El kirchnerismo no está habituado a tener que lidiar con reveses de ningún tipo, particularmente judiciales. Por ello, el Gobierno analiza en estas horas si se avanzará contra Clarín de todos modos, como se dijo, o se apelará a otro tipo de herramientas.
Más allá de la cuestión legal —trascendió que el Gobierno apelará a la Corte Suprema a través del polémico “per saltum”—, el oficialismo se encuentra dividido respecto a la posibilidad de actuar “de oficio”, como anticipó Martín Sabbatella esta misma semana. ¿Cómo tomará la sociedad una avanzada de tal índole?
Lo que sí estaría decidido es brindar una conferencia oficial en las próximas horas a efectos de desacreditar a la Cámara Civil y Comercial y mostrar el caso como un avance de la Justicia sobre el Poder Judicial.
Asimismo, se evalúa presentar un escrito judicial firmado por Julio Alak que investigue la misma improbable trama: un supuesto golpe institucional contra Cristina Kirchner por parte de desdibujados jueces. ¿Puede ser tan necio el Gobierno de no ver las cosas como son? Por lo visto, sí.
El fallo que trascendió hace minutos —primicia de Tribuna de Periodistas— en realidad es más profundo que el texto en sus propios fundamentos. Es un freno a la incesante avanzada judicial del kirchnerismo. No casualmente llega después de que dos comunicados se dieran a conocer con pocas horas de diferencia: el primero por parte de la Cámara Civil y Comercial; el segundo por parte de asociaciones de jueces de todo el país.
¿Cuánto más puede tolerar la presión oficial un poder independiente? ¿Cómo pueden magistrados trabajar y concentrarse en su labor, si día por medio son amenazados a través de conferencias públicas y televisadas por parte del mismísimo Ministro de Justicia de la Nación?
Lo mejor que podría hacer ahora el Gobierno es aceptar la derrota y “bajar un cambio” en su avanzada contra las instituciones. Sin embargo, ello no ocurrirá. En las próximas horas se verá cómo el kirchnerismo sube la apuesta en su carrera hacia la nada misma.
Es una competencia en la que terminará perdiendo, como ya ocurrió a otros gobiernos totalitarios. Lo triste es que, en ese mismo choque, el oficialismo se llevará puesta a toda una sociedad que aún no termina de salir de su perplejidad.