Cristina lo logró finalmente. En los últimos días, nadie más se ha animado a cuestionar su crecimiento patrimonial ni sus actos de gobierno más polémicos. Bastó la perversa misiva que la mandataria le envió a Ricardo Darín como para persuadir a cualquier ciudadano de a pie a no hacerlo.
La discusión duró días y fue interesante por demás, pero jamás terminó de responder el interrogante más importante: cómo hizo Cristina para amasar semejante fortuna junto a su marido en tan poco tiempo. Según la estadística más simple, el crecimiento de ambos fue de 3.540% en apenas 9 años. ¿Quién puede ostentar tal incremento patrimonial en tan corto lapso?
Las sospechas más elocuentes se hacen carne frente a las evasivas de la Presidenta y, lo que es peor, sus mentiras. ¿Quién acaso creyó que hizo esa diferencia como “abogada exitosa”, título del que carece y que pronto será motivo de una nueva denuncia penal?
Tampoco sus declaraciones juradas explican cómo Cristina llegó a tener tanto dinero junto. Las contradicciones e inconsistencias de esos documentos fueron oportunamente puntualizadas por el ex perito-contador de la Corte Suprema, Alfredo Popritkin, experto que jamás fue habilitado por el juez Norberto Oyarbide para ser parte del expediente que investigaba el sospechoso enriquecimiento presidencial.
Números que no tienen sustento, intereses que no se condicen con la realidad —Cristina jura que consiguió un interés del 24% en un año en el que solo se ofrecía el 3%— y hasta alquileres que exceden los valores de mercado, fueron algunos de los elementos que hicieron sospechar a los especialistas de que había un claro fraude detrás de las declaraciones juradas oficiales.
No solo Popritkin se sorprendió: cuando los peritos oficiales de la Corte analizaron el incremento patrimonial de los Kirchner del año 2008, se impresionaron por la flojedad de los papeles, los cuales no alcanzaban a justificar deudas por la friolera de $ 19 millones.
“Nada pudieron aclarar sobre $ 8.300.000 de una sospechosa deuda que sirvió para justificar saltos patrimoniales de entonces y que anularon años después. Tan dudosa fue su inclusión que ni los más expertos contadores públicos pudieron descifrar el nombre de la cuenta. Por eso la observaron los peritos”, advierte Popritkin, quien se pregunta a sí mismo de manera retórica:
¿Por qué alguien querría declarar tantos millones de deudas que no puede justificar, ni siquiera frente a los peritos de la Corte Suprema en una investigación por enriquecimiento ilícito? Por ahora no tendremos la respuesta, porque, como recordamos, la causa se cerró raudamente a pesar de las muchas irregularidades.
Las sospechas del especialista llegan hasta un incómodo rincón: el delito de blanqueo de dinero. “En las ciencias criminalísticas, cuando alguien incorpora al circuito legal activos que pretende justificar indebidamente, se dice que incurre en lavado de activos, pero nada de eso se le ocurrió pensar al juez Oyarbide”, aseguró el perito en su dictamen sobre la fortuna de los Kirchner.
En fin, aún cuando logró acallar las críticas públicas sobre su desmesurado crecimiento patrimonial, Cristina no ha tenido la misma suerte respecto a la curiosidad ciudadana, cuestión que se ha visto claramente expuesta a través de las redes sociales y que ha provocado que un mediático abogado decidiera presentar una nueva denuncia en su contra cuando finalice la feria judicial.
No es la única presentación que moverá el avispero en las próximas semanas: se viene el reimpulso de la denuncia penal que inició quien escribe estas líneas contra la Presidenta por usurpación de títulos y honores.
No es casual a ese respecto que Elisa Carrió reavivara este tema en los últimos días. Un ex legislador de su propio espacio político, Fernando Iglesias, lo dejó claro a través de su cuenta de Twitter: “A todo esto @CFKArgentina ¿ya desmintió los dichos de Carrió sobre el hecho de que su título de abogada es trucho, no? ¿Qué raro, no?”.
Los elementos que demuestran que Cristina no ha finalizado sus estudios universitarios se expusieron una y otra vez en este mismo portal y son irrefutables. Incontables fueron las gestiones oficiales para que esos artículos fueran dados de baja por parte de un poderoso ex jefe de Gabinete, no solo ante este periodistas sino también ante colegas del mismo portal. Frente a lo dicho, cabe preguntarse: ¿Cómo puede la Presidenta decir que nunca miente ante tan grave delito penal, expuesto en el artículo 247 del Código Penal argentino?
En el año 2008, la propia Cristina atacó a quien firma esta nota públicamente por haberla denunciado ante la Justicia. ¿No hubiera sido más sencillo mostrar su diploma o certificado analítico y terminar con las especulaciones?
Y ahí es donde aparecen otras incómodas preguntas: ¿Por qué no existe un solo escrito firmado por ella como letrada? ¿Por qué jamás apareció anotada en ningún colegio de abogados del país?
Y lo que es peor: si es tan “exitosa” como ella misma proclama, ¿por qué demuestra tanta ignorancia respecto al conocimiento mínimo del derecho y las leyes?
En un año de semejante debilidad política, con una sangría inevitable de dirigentes hacia el peronismo ortodoxo y cuentas que flaquean, lo peor que le puede ocurrir a Cristina es que la Justicia vuelva a posar la lupa sobre su fortuna personal y su inexistente título universitario.
Ambas son cuestiones que, mal que le pese a la mandataria, serán la comidilla política y periodística de los meses venideros.