Todo empezó ayer, cuando diario Perfil publicó una nota de portada asegurando que Francisco se bajó del Papamovil especialmente para saludar a Héctor Colella, presunto sucesor del empresario narcolavador Alfredo Yabrán y más que cercano a la facción eclesiástica que aparece enfrentada al hoy papa.
Ello provocó mi inmediata reacción ante lo que me pareció una operación para perjudicar al Sumo Pontífice, particularmente por dos motivos:
1-La afirmación de que Bergoglio es amigo de la familia Colella. Insisto en mencionarlo, ya que es algo que ha sido refutado ante mí por históricos referentes religiosos que trabajaron con el hoy papa. También por sus principales amigos. No es algo nuevo, sino que viene de fines de los 90, cuando yo escribía mi libro “La larga sombra de Yabrán” (1).
2-La intrincada argumentación que aparece al final de la nota de marras, donde se vincula a Colella con “el escándalo por la valija de Antonini Wilson”. Allí se habla de que el “dinero viajaba en un avión Royal Class Air, perteneciente a la familia Yabrán”.
¿Cuál era la necesidad de hacer esa mención en una nota que hablaba solo de un fortuito encuentro?
Con una inevitable dosis de indignación hice una nota acerca de lo que me pareció —me sigue pareciendo— una “operación de prensa” de Perfil. Dije entonces: “Es probable que el autor de la nota haya sido ‘operado’. Es decir, que le hayan vendido ‘carne podrida’ que él mismo compró sin chequear. O, peor aún, podría ser una ‘operación de prensa’ de diario Perfil.
Como detalle de color expuse mis dudas acerca de la foto que ilustraba la nota de marras, aunque solo como una cuestión menor en el marco de un análisis mayor. “Aparece como dudosa la foto de portada del matutino”, aseguré (ver más abajo cuáles son mis dudas).
Frente a lo escrito por mí, Perfil hizo hoy un curioso descargo, donde apenas pone el foco en confirmar que la fotografía es verídica y ofrece a sus lectores el video del cual fue extraída la imagen de la polémica. ¿Y todo lo demás? ¿Nada se dirá acerca de los dos puntos que más arriba planteo?
El diario no expone nada al respecto y, por si fuera poco, pone en mi boca cosas que jamás he dicho. ¿En qué parte de mi artículo afirmo que lo hecho por Perfil tiene que ver con su reclamo por publicidad oficial (2)? ¿Se trató acaso de un involuntario “lapsus”?
Me sorprende sobremanera que, ante tan grave acusación de mi parte, el matutino apenas se detenga en la anécdota de la fotografía que ilustró su errático artículo y no explique —entre otras cosas— cuáles son las fuentes que sustentan la proclamada amistad entre Colella y Bergoglio.
No es la primera vez que Perfil comete un desacierto semejante. En enero de 2006, el mismo diario llevó adelante una de las operaciones más vergonzosas de la historia del periodismo, que terminó por perjudicar a un hogar que alimentaba —lo hace aún hoy— a chicos carenciados y/o con problemas familiares. La historia, que merece leerse completa, puede verse acá.
Debo admitir que la cuestión Bergoglio-Colella no fue lo peor que hizo Perfil, sino apenas su última tropelía. En lo personal, tengo respeto por la mayoría de sus periodistas —salvo aquellos que reportan a la ex SIDE—, pero me molesta sobremanera la facilidad que tiene esa editorial a la hora robar notas de terceros. En 2009, con elocuente cansancio por ver cómo birlaban mis escritos, escribí acerca de ello en una nota titulada ¿Qué les pasa a Noticias y Perfil?
Allí describí con lujo de detalles la manera en que ambas publicaciones tomaron artículos publicados por mí sin mencionar la fuente pertinente. Fue solo una de las tantas notas que hice al respecto, aunque jamás logré que alguien de Perfil me explicara cómo y por qué se dio esta situación.
Insisto, tengo enorme respeto por la mayoría de los colegas de ese diario, pero estoy en desacuerdo con su política editorial, siempre proclive a las primicias que no son tales. Basta ver las siguientes portadas para descubrir tres botones de muestra de lo antedicho.
Como puede verse, la realidad refuta a Perfil: Lorenzetti jamás dejó la presidencia de la Corte (incluso fue reelecto), nunca se lanzó “anticacerolazo” alguno contra manifestantes, ni tampoco hubo plan oficial para que los bancos paguen “renta financiera”.
En fin, volviendo al nudo de la cuestión, lejos de tranquilizarme, la explicación del diario comandado por Jorge Fontevecchia me deja aún más preocupado. Persisto en creer que fue una operación, bastante forzada por cierto. ¿Ameritaba acaso una portada dominguera con un saludo casual entre el papa y un hombre sospechado de ser narcotraficante?
Más allá de todo lo que Perfil intente explicar, insisto en mis sospechas iniciales, las cuales incluyen las correspondientes dudas en torno a la foto puesta en la portada del diario (insisto, un tema menor en última instancia). A quien aún siga dubitativo, lo invito a mirar el video en cuestión y descubrir una realidad concreta: en el video, Colella aparece del lado derecho de Francisco; en la foto, del lado izquierdo. Por otro lado, en la imagen estática el papa besa a un bebé, fotograma que jamás aparece en el video publicado por el diario.
Más claro y detallista no puede ser mi descargo. Espero ahora una respuesta lógica y racional por parte de Perfil. ¿La habrá?
Christian Sanz
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(1) Bergoglio tuvo siempre enormes reparos en torno a la figura de Yabrán, su familia y su eventual sucesor. Uno de los que lo ha convencido de tener reparos para con ese grupo fue el entonces obispo de San Isidro, Jorge Casaretto, quien jamás dudó de los vínculos del yabranismo con el narcotráfico.
(2) Insólitamente, ese párrafo fue luego eliminado del artículo original de Perfil.