¿Se va todo al carajo? ¿Vuelve el 2001? ¿Llega el tan temido default? Está complicada la Argentina en estos días luego de que no se llegara a un acuerdo con los denominados fondos buitre, mediador mediante. Valga la redundancia.
Son momentos de incertidumbre, de angustia. Deberían serlo también de cautela, de moderación.
Hay quienes esperan que haya un estallido, que todo explote de nuevo, ¿para qué? ¿Por qué alguien podría ser tan perverso de ansiar que el país estalle nuevamente por los aires?
Es miserable ese pensamiento, de una estrechez inimaginable, de una hijaputez inconmensurable.
¿Quién puede beneficiarse con semejante situación? ¿Por qué alguien podría ser feliz por este eventual escenario?
Se puede criticar al gobierno si se quiere por lo que ocurre en este tema, es legítimo. Puede alegarse incluso que existe aparente interés oficial en que haya un default finalmente.
Lo que no puede uno es regodearse, jactarse de ello. Tampoco se puede hacer política desde ese lugar. Es como hacer política desde Gaza, mientras caen las bombas que matan a tantos inocentes.
Uno es híper crítico, no solo de este gobierno, sino de la política en general. Sin embargo, ahora debe primar la moderación, la reflexión, incluso la unión entre argentinos, más allá de las ideologías o los dogmas partidarios.
Nadie va a salir beneficiado de esta situación, nadie. Y si alguien lo hiciera, sería un bastardo, un miserable, porque lo haría sobre la base de perjudicar a millones de personas, en un país que ya está complicado, donde una de cada cuatro personas es pobrísima.
Es momento de necesaria comunión, no religiosa, sino social. Alguna vez lo dijo con meridiana precisión el filósofo Juan Donoso Cortés: “Hay que unirse, no para estar juntos, sino para hacer algo juntos”.
No es poco.
Christian Sanz
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