¿Qué tendría que haber hecho Claudio Bonadío? ¿Cajonear el expediente Hotesur, que complica a Cristina Kirchner? ¿Tendría que haber omitido avanzar en la denuncia que recibió por parte de Margarita Stolbizer por posible lavado de dinero?
Está claro que, si hubiera hecho eso, el kirchnerismo a pleno no hubiera saltado a su yugular, como ocurrió durante la semana que pasó.
Bonadío no es un juez independiente, es el mismo que cajoneó y demoró importantes expedientes que comprometían a funcionarios del gobierno. Dos de ellos han sido la irregular importación de autos diplomáticos por parte de funcionarios de Cancillería —donde avanzó sólo sobre un par de “perejiles”— y la célebre causa Skanska.
A su vez, en gesto de gratitud, el kirchnerismo paralizó oportunas denuncias que pesaban sobre él ante el Consejo de la Magistratura.
¿Recién ahora el gobierno descubre que se trata de un juez que carece de probidad? ¿Por qué Cristina no dijo nada cuando Bonadío embistió contra los ex ministros Horacio Rosatti y Gustavo Béliz?
Esa es la lógica del kirchnerismo: a los amigos, todo; a los enemigos, solo la persecución y el destierro. Lo vivieron los mencionados ex funcionarios y ahora le ocurre lo mismo al desdibujado magistrado.
Lo que sí es claro es que Bonadío tocó el talón de Aquiles de la presidenta, por ello la explosión de furia de la mandataria.
Innumerables fuentes gubernamentales admitieron durante años que los Kirchner hicieron gran parte de su fortuna lavando dinero, aunque siempre fue complicado de demostrar en los hechos.
En ese sentido, el expediente que hoy avanza en la justicia logró lo imposible: documentó eso que hasta ahora era casi una leyenda urbana.
¿Cómo explicar que Lázaro Báez alquilara más de mil habitaciones de hotel que jamás utilizó sino es para blanquear capitales?
El empresario K, a través de su sociedad Valle Mitre, lavó millones y millones de dólares para los Kirchner, parte de ellos provenientes de actividades ilícitas y otra parte proveniente de retornos de la obra pública en Santa Cruz.
Es lo que teme Cristina que se descubra, sobre todo en momentos en los que se encuentra en la puerta de salida de su propio gobierno.
¿Cómo evitar la prisión cuando este y otros delitos queden expuestos y documentados? ¿Cómo hacer para detener las investigaciones que se llevan adelante por lavado en Nevada, Uruguay y Suiza y que complican a Báez?
En las últimas horas, el hoy senador Aníbal Fernández —otro que seguramente irá preso cuando termine el kirchnerismo— aseguró que “en ningún país del mundo se allana una empresa del presidente de la Nación”.
El ex jefe de Gabinete no solo muestra su total ignorancia en lo que respecta al derecho básico —¿Cuál es la ilegalidad de haber hecho lo que hizo Bonadío?— sino también en torno a la historia.
Si hubiera leído los detalles del escándalo Watergate y cómo complicó a Richard Nixon en Estados Unidos, hubiera optado por el silencio.
No obstante, hay algo aún más llamativo: es claro que la preocupación del gobierno respecto de la actuación de Bonadío, denotan la culpabilidad de Cristina.
Si esta fuera inocente de lo que se la acusa, ¿no hubiera preferido colaborar con la Justicia en lugar de atacar la investidura del juez?
El kirchnerismo carece de ética y moral, pero también de algo básico: los mínimos reflejos para ocultar su propia corrupción. Les falta pericia incluso a la hora de defender sus propias contradicciones.
El caso Hotesur es una muestra cabal de ello, aunque no la única.