No hace falta ser especialista, es casi una cuestión de sentido común. La sorpresa que generó en muchos el hallazgo de supuestos restos de sangre en la mochila de Lola Chomnlaez, asesinada a fines de 2014 en el balneario Barra de Valizas, no parece ser más que un blef más de los tantos que se fueron acumulando en las últimas semanas, “perejilazos” mediante.
Según la información oficial que dieron a conocer medios uruguayos, la Policía Científica de ese país fue quien dio a conocer la novedad. El mismo cuerpo intentará ahora determinar ahora si corresponden a la adolescente argentina o a su atacante.
Y ahí es donde viene la pregunta del millón: ¿Cómo saber que la sangre no fue plantada allí al igual que la mochila?
Debe tenerse en cuenta que ese accesorio, considerado “fundamental” a la hora de esclarecer el homicidio de la adolescente, apareció a poco más de 100 metros del hallazgo del cuerpo, en una zona que fue rastrillada casi veinte veces.
¿Cómo es que los investigadores no vieron la mochila antes? ¿No es demasiado obvia la maniobra?
“No está confirmado que sea de Lola, podría ser de otra persona, sobre todo porque se trata de una mochila muy popular marca Jansport, y encima rosa chicle el color más común”, dijo a este medio un periodista de Uruguay que sigue de cerca el caso.
Es decir que, si encima no se tratara del bolso de la adolescente, el caso escalaría un peldaño más en cantidad de papelones acumulados.
La trama avanza y parece cada vez más lejos de resolverse. Hay quienes aseguran que la nueva jueza, Silvia Urioste, no está dispuesta a arriesgar su nombre y terminar incinerada como le pasó a Marcela López Moroy.
Por eso, hasta ahora ha hablado poco y nada. El resultado de su trabajo serán sus propios resultados. Sin embargo, hay quienes insisten en embarrar la cancha: a pesar de todas las idas y venidas, con rimbombantes anuncios que se desinflaron al paso de las horas, ahora se habla de un nuevo posible atacante de Lola. Alguien que habría querido robarle y por eso la mató.
¿Será por eso que apareció la mochila de la joven con el faltante de dinero, justificando esa pista? ¿Cuánto se tardará en pinchar la nueva línea de indagación?
Es poco probable que a Lola la asesinara alguien que no la conociera: la forma en que apareció su cuerpo y la ausencia de defensa de su parte, parecen confirmar la cercanía del criminal.
En ese contexto, la jueza quiere avanzar nuevamente sobre la familia, pero hay resistencias. Ello a pesar de que los sabuesos insisten en mirar a la madrina, su marido y el hijo de este.
El colega uruguayo Gabriel Pereyra aporta un dato muy interesante en las últimas horas que alimenta las especulaciones contra el clan. Dice textualmente:
“En las horas en que Lola estaba desaparecida, un oficial le preguntó a la madrina si la joven tenía algún tatuaje, y la mujer respondió: ‘¿Eso para qué es? ¿Para identificar el cadáver?’. El interrogador le preguntó si ya sabía que estaba muerta y tras recibir asistencia legal, la mujer cambió su talante al declarar”.
A lo antedicho deben agregarse las contradicciones del clan y su insistente intención de que sus declaraciones judiciales no sean filmadas, algo usual en la justicia uruguaya a nivel investigativo. Lo curioso es que todos los demás imputados sí dejaron que las cámaras registraran sus palabras.
Como se dijo, el único problema con el que se enfrenta la jueza son los intereses —poderosos ellos— que intentan que no avance el expediente de marras.
Son intereses uruguayos, pero también argentinos. Pronto se sabrá por qué.