Cuanto más aclara, más oscurece… como dice la frase del saber popular. Las explicaciones de Gabriela Michetti respecto del misterioso robo que sufrió en su casa, donde tenía 245 mil pesos y 50 mil dólares “cash”, no satisfacen a nadie… o a muy pocos, claro.
No se trata de una sustracción reciente, sino de algo ocurrido hace meses, mientras el PRO celebraba el triunfo en las elecciones del año pasado, en noviembre de 2015.
¿Cómo explicar que tuviera tanto dinero en efectivo, so pretexto de haberlo guardado a efectos de abonar gastos que suelen realizarse por vía bancaria?
Cada excusa que dio la vicepresidenta, empeoró aún más las cosas: por caso, aseguró que los 245 mil pesos que le sustrajeron eran parte de un dinero destinado a su propia Fundación, SUMA, hoy bajo sospecha e investigada por carecer de empleados y recibir montos millonarios por parte de instituciones cuestionadas, como el grupo Farallón, relacionado en su momento a Sergio Schoklender y en la actualidad al "valijero" José López.
Respecto a los dólares, la culpa se la echó directamente a su pareja, Juan Tonelli, quien —siempre según el relato de Michetti— habría sacado los U$S 50 mil del banco para prestárselos a su hijo, Lautaro.
¿Quién puede creer semejante trama, que parece sacada de una película de ficción? ¿Por qué si la situación era tan clara no advirtió sobre lo ocurrido desde un primer momento?
A ese respecto, tampoco satisfizo el comunicado de la Policía Metropolitana, que aseguró que el robo se mantuvo en estricto secreto “para no alterar la investigación”.
¿Cómo entender que se mantenga el secretismo durante tantos meses? ¿Quién puede creer tan pueril excusa?
Como sea, no valen las justificaciones de la vicepresidenta, que aseguró ser la funcionaria más humilde del gobierno macrista. ¿Qué tiene eso que ver?
Hay que recordar que la exministra de Economía, Felisa Miceli fue condenada luego de que le encontraran en 2007 una bolsa con 100 mil pesos y poco más de 30 mil dólares. ¿Por qué Michetti tendría que tener un trato diferente, al menos en la etapa de investigación?
Una digresión: ya preocupan tantos hechos “aislados” que aparecen, uno tras otro, y complican a funcionarios del gobierno, incluido el propio Mauricio Macri con sus suspicaces sociedades off shore.
En el caso de la vicepresidenta, todos los ojos reposan en estas horas en su novio, Tonelli, un verdadero bribón.
Se trata del mismo que en 2012 fue acusado de "lobbista de laboratorios". Así al menos lo afirmó la fiscal Mónica Cuñarro, quien contó en esos días que Tonelli, de la Cámara de Medicamentos de Venta Libre, pidió verla cuando se discutía la ley que regula la venta de fármacos.
¿Para qué lo hizo? Según la propia fiscal, para pedirle que no se avanzara con la ley de regulación de medicamentos libres. Se trata de una disposición nacional que se cumple en todo el país menos en la Ciudad de Buenos Aires, porque Macri, cuando era jefe de gobierno, decidió vetarla.
“¿Usted cómo definiría su trabajo?”, preguntó revista Noticias a Tonelli en abril de 2015.
La respuesta es imperdible: “Yo, hace muchos años, hago relaciones gubernamentales. Hace como 15 años que dirijo una cámara de medicamentos en la Argentina y a nivel regional. Y además, me dedico a asesorar a algunas grandes empresas de consumo masivo. Para adelante, vamos a tener que evaluar”.
Por lo visto, las actividades del novio de la vicepresidenta son bien rentables. ¿Quién más puede desembolsar 50 mil dólares sin más ni más?
Como se dijo, las explicaciones aún no terminan de conformar a nadie. Todo, finalmente, pareciera ser la punta de un ovillo que conduce a una nebulosa que, a su vez, tapa la visión de una ciudadanía que pugna por ver qué hay más allá.