En un rato voy a presentar mi último libro Trimarco SA en el auditorio de un conocido hotel de Tucumán. Estoy ansioso, inquieto, preparando lo que voy a decir, a la espera de que el lugar esté colmado de gente.
No espero aduladores, sino un público cuestionador, que me ponga en aprietos, o que al menos lo intente. De ahí surgirán cosas interesantes, quizás desconocidas.
Será un gran momento, seguramente. Pero estas líneas no son para hablar de ello, ni para promocionar mi obra, sino para agradecer a los colegas tucumanos que me han acogido tan amablemente.
Desde ayer, estoy en una suerte de maratón interminable por las radios, canales y medios gráficos, hablando de mi libro de investigación. Casi no hay medio de prensa que no me haya convocado para hablar.
He podido hablar con gran libertad y sin límites de tiempo, logrando promocionar mi obra in extenso.
En ese contexto, quiero agradecer de corazón a todos y cada uno de los colegas que me dieron espacio para explayarme. Me encantaría mencionar a todos y cada uno de ellos, pero son demasiados.
Sí quiero destacar a tres personas: Laura Trejo, mi jefa de prensa —que hizo un gran trabajo para organizar estos dos días—; Horacio Esterman, uno de los mejores colegas de esa provincia y Julio César Ruiz, quien allá lejos y hace tiempo me contagió todas sus inquietudes para que me metiera en el tema Trimarco.
Si tuviera que mencionar algo negativo, sería la enorme corrupción que persiste en la provincia, que atraviesa a oficialistas y opositores por igual: los primeros por impulsarla y los segundos por tolerarla.
Los medios, lamentablemente asfixiados, son rehenes de la pauta publicitaria y se atreven a poco y nada a la hora de hablar de los desaguisados de la clase política. Ojalá que ello cambie a futuro.
Finalmente, quiero agradecer a mi mujer, Eliana Toro, quien tolera todas las presiones y amenazas que suelo recibir cada tanto —algunas le han llegado directamente a ella— y me apoya a pesar de todo.
La recuerdo a mi lado en nuestro pequeño departamento mientras escribía mi libro, ofreciéndome una y otra vez algo de tomar o comer. Esos días la tuve descuidada, pero ella jamás me lo reclamará, porque es la mejor de todas.
Dicho esto, me voy a la presentación de marras, en la esperanza de que todo salga bien y sea un buen momento de intercambio con inquietos lectores tucumanos.