La Salada es la gran postal de la hipocresía nacional. Es la prueba de que la corrupción es intrínseca al ser nacional y que la política solo sirve para mirar a un costado.
Es curioso, porque hoy todos se rasgan las vestiduras luego de que se allanara el monstruoso lugar donde solían funcionar negocios fuera de la ley, no solo evadiendo impuestos, sino también copiando grandes marcas merced al siempre cuestionado trabajo esclavo.
¿Acaso nadie lo sabía? ¿O creían que todo funcionaba de manera legal? ¿Quién puede tirar la primera piedra?
No se trata de una discusión novedosa: La Salada existe y persiste desde el año 1991, gracias a la complicidad de referentes de la política —de todos los partidos—, la justicia y la policía.
Todos supieron mirar a otro lado, empujados por la misma mano que les regalaba prebendas “bajo mesa”, refrendadas por dineros mal habidos. Fondos millonarios, que nacieron de la ilegalidad.
Pocos saben que Jorge Castillo en La Salada recaudaba más de 10 millones de pesos por día. ¿Cuántas voluntades pueden comprarse con esos fondos?
El mandamás de ese predio demostró ser un barrabrava —de hecho, contrataba a esa gente para ocuparse de su seguridad—, un delincuente de guante blanco… y negro. Jactancioso de los delitos cometidos por él.
A lo largo de los años, Castillo logró amasar enorme poder y se volvió imparable. Siempre, como se dijo, gracias al amparo de referentes de la política, la justicia y las fuerzas de seguridad. Dicho sea de paso, no faltaron las conocidas celebridades, que dieron publicidad a la ilegalidad de La Salada.
No se trata solo de la evasión de impuestos, la extorsión y los aprietes. También aparece el fantasma del narcotráfico, el juego clandestino y la acumulación de armas de fuego.
En ese contexto, sería oportuno que dieran explicaciones todos aquellos que permitieron que las cosas llegaran al punto que llegaron. ¿Qué van a decir ahora?
Por caso, ¿por qué no sale Martín Insaurralde a despejar las sospechas que se ciernen en estas horas sobre su persona? También deben dar explicaciones Eduardo Duhalde, Juan Tavano, Jorge Rossi, y muchos otros referentes ad hoc.
La Salada ha sido planteada por el kirchnerismo como modelo a seguir e incluso se llevó su “maqueta” a Angola, en una de las giras más vergonzosas que impulsó Cristina Kirchner. Mientras esto ocurría, Castillo acumulaba cientos de cheques sin fondos y persistía en trabajar en la ilegalidad.
En estas horas todos hablan como si fueran especialistas en el tema, condenando lo que allí ocurría. No sirve, ya es tarde: cualquiera habla con el diario del lunes.
Esas palabras hubieran servido hace años, cuando Castillo no era el monstruo que es hoy y estaba lejos de comandar la mafia que hoy encabeza.
Ahora, lo correcto es la mesura. La introspección y autocrítica. Al menos, para disimular un poco esa condición tan argenta de la hipocresía.