Mauricio Macri mira al cielo, junta sus manos y agradece. No sabe a quién, pero agradece. No puede creer que la suerte lo haya bendecido de la manera en que lo hizo.
La reaparición de los hechos de corrupción que complican al kirchnerismo le viene como anillo al dedo al presidente de la Nación para que no se hable de lo que más lo incomoda: la economía.
Primero fue el reimpulso de dos causas judiciales que enchastran a Amado Boudou —una por la falsificación de papeles de un automóvil y la otra por enriquecimiento ilícito—; luego el pedido de detención de Julio De Vido por parte del fiscal Carlos Stornelli. ¿Qué más podía pedir Macri?
Durante días y más días, no se habló de otra cosa más que de los otrora funcionarios K. Incluso se impulsó un insólito debate referido a la conveniencia —o no— de que un legislador tenga fueros que le den inmunidad a nivel judicial.
Al mismo tiempo que los medios de comunicación decidieron ocuparse de ese y otros tópicos —apareció también la oportuna infidelidad de Diego Latorre—, el dólar recobró impulso alcista y se dieron a conocer una serie de índices lesivos referidos a la economía de estos días.
Por un lado, se conoció un documento de consultora W, donde se menciona la retracción del consumo.
En el mismo sentido, otra consultora —CCR— advirtió la falta de repunte del mismo: allí se menciona que retrocedió el consumo 5% en marzo y acumula 15 meses en baja.
Más aún: el mismísimo titular de Unilever para América latina, Miguel Kozuszok, admitió que las ventas están cayendo actualmente de 2 a 4%, según el rubro. "Venimos con un trimestre de atraso en cuanto a lo que esperábamos, pero lo peor ya pasó”, se esperanzó ante diario La Nación.
¿Cómo es posible que los medios no estén enfocados en estos temas? El macrismo hace un gran esfuerzo por boicotearse a sí mismo, pero tiene la suerte de que la agenda setting supera sus desaciertos. ¿O acaso alguien está hablando de la creciente pobreza ahora mismo?
El oficialismo llegó al extremo de nombrar a una directora de movilidad en bicicleta, con un salario que supera los 70 mil pesos y, a fines de agosto, rozará los 80 mil.
¿Cómo explicar semejante pifie a un jubilado que no llega a cobrar siquiera el 10% de esa cifra?
El macrismo insiste, no solo en no encontrarle la vuelta a la economía, sino que además carece de sensibilidad social. Su discurso se reduce a una serie de consignas que parecen salidas de un libro de autoayuda.
Mientras tanto, octubre se acerca sin prisa pero sin pausa. El peronismo sigue sin encontrar el rumbo y los radicales persisten en forzar la convivencia con el oficialismo de turno.
Macri vuelve a mirar el cielo, junta sus manos e insiste en agradecer. Ya casi se ha vuelto un creyente.